domingo, 23 de marzo de 2014

Erasmo de Rotterdam



Desiderio Erasmo de Rotterdam (Desiderius Erasmus Rotterdamus), originalmente llamado Geert Geertsz, fue un pensador holandés, monje agustino, teólogo, filósofo, escritor y humanista. Nació en Rotterdam hacia 1467 y falleció en Basilea en 1536.  Fue hijo bastardo de un sacerdote y de su sirvienta Margaretha Rutgers.

Huérfano a los 14 años, ingresó sin vocación en el convento de los agustinos de Steyn, siendo ordenado sacerdote en 1492. Se traslada a París para estudiar en su Universidad, que se encontraba en ese momento viviendo con gran fuerza el Renacimiento. En 1499 Erasmo viajó a Inglaterra y en la Universidad de Oxford tuvo la oportunidad de escuchar a John Colet quien hizo una gran exposición sobre la vida de San Pablo. Erasmo se acercó a John Colet y mantuvo con él una larga conversación sobre el modo de efectuar una lectura verdaderamente humanista de la Biblia. Esta conversación marcaría profundamente su forma de pensar.

Erasmo empezó a dictar una cátedra como profesor titular de Teología en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, durante el reinado de Enrique VIII, donde haría amistades que le durarían toda la vida: Tomás Moro, John Colet, y Thomas Linacre. Se le ofreció un trabajo vitalicio en el Queen's College de la Universidad de Cambridge. Sin embargo, su naturaleza inquieta y viajera y su espíritu curioso, junto a un incontrolable rechazo a todo lo que significara rutina, lo hicieron declinar ese cargo y todos los que se le ofrecerían en adelante.

En 1500, Erasmo escribió sus "Adagios" (fábulas), que son más de 800 refranes y moralejas de las tradiciones de las antiguas Grecia y Roma, junto con comentarios sobre su origen y su significado. Algunos de esos refranes se siguen utilizando en el día de hoy. Erasmo trabajó en los "Adagios" durante el resto de su vida, hasta tal punto que la colección había crecido y ya contenía 3.400 en 1521, siendo 4.500 en el momento de su muerte. El libro se vendió con éxito, y llegó a contar con más de 60 ediciones.

Entre 1506 y 1509 Erasmo vivió en la República de Venecia, la mayor parte del tiempo trabajando en la editorial del humanista e impresor Aldo Manucio, dedicado entonces a divulgar mediante la imprenta los clásicos griegos y latinos. Varias veces más se le ofrecieron trabajos serios y bien pagados, especialmente como profesor, a lo cual él respondía que prefería no aceptarlos, porque lo que ganaba en la imprenta, si bien no era mucho, le resultaba suficiente. A partir de estas conexiones con universidades y con escritores que iban a la imprenta, Erasmo comenzó a rodearse de quienes pensaban igual que él y rechazaban los abusos de la Iglesia, en particular el culto a las reliquias, la muy dudosa procedencia de muchas de ellas y su tráfico comercial. 

No sabemos cuál de las tres instituciones educativas en las que estuvo internado Erasmo fue la causante del profundo rechazo que sintió toda su vida hacia el autoritarismo que impedía pensar libremente. Pudo ser la escuela primaria (de los 8 a los 13 años), el convento agustino (de los 16 a los 22) o la Universidad de París, cuando tenía más de 24 años. Como resultado de su estancia en alguna de ellas, o en las tres, Erasmo desarrolló un sentimiento de rechazo frente a la Iglesia y llegó a la conclusión de que tanto los colegios como las Universidades y, en general, la misma Iglesia, impedían pensar libremente. Desde entonces se opuso a cualquier tipo de autoridad y buscó mayor libertad leyendo a los escritores de Grecia y Roma, puesto que ellos vivieron en los tiempos en que todavía el Cristianismo no había triunfado. Las polémicas de Erasmo contra la Iglesia han sido malinterpretadas con frecuencia. Erasmo quería utilizar su formación universitaria y su capacidad para hacer que la Iglesia permitiera más libertad de pensamiento. Pero estos objetivos no eran compartidos por los obispos del siglo XVI.

Desde su trabajo de académico versado tanto en la doctrina como en la vida monacal, Erasmo creyó su obligación liberar a la Iglesia de la parálisis a que la condenaban la rigidez del pensamiento y las instituciones de la Edad Media, ya que él creía que el Renacimiento era una manera de pensar fundamentalmente nueva. La tradición y las ideas de la Edad Media no tenían ya lugar en el mundo, y él, el "cruzado de la rectitud", debía ser el encargado de cambiar el estado de cosas.


Si se considera que la convicción de Erasmo era educar, para que el estudiante pudiese dudar de la administración y los asuntos públicos de la Iglesia y del gobierno, sus aparentes contradicciones desaparecen y comienza a visualizarse con claridad la enorme coherencia de su obra, mantenida con firmeza a través de los años y las décadas.


En 1516 durante una nueva estancia en Inglaterra comienza un estudio profundo de los libros del Nuevo Testamento, para preparar una nueva edición en traducción latina, que en un gesto que suele interpretarse como de profunda ironía, Erasmo dedicó al papa León X, que representaba todo lo que el escritor odiaba en la Iglesia y el Estado.

De hecho, en esta nueva traducción se basó Martín Lutero para llevar a cabo su trascendental estudio de la Biblia, del cual sacaría el fundamento para sus ideas posteriores. Por eso el trabajo de Erasmo tuvo consecuencias históricas que continúan hasta el día de hoy y se le encuentra en la misma génesis del protestantismo y de las nuevas iglesias cristianas. Los seguidores de Martín Lutero se propagaron por toda Europa un año después de la publicación del Nuevo Testamento en latín de Erasmo, lo que puso a éste en una difícil situación de exposición pública. Lutero clamó a los cuatro vientos que el trabajo de Erasmo le había ayudado a ver la verdad, por lo que la mirada de la Iglesia comenzó a caer sobre Erasmo, que supuestamente había dado el paso inicial de la Reforma que terminaría por dividir al cristianismo. Esta situación no fue fácil para Erasmo, puesto que el conflicto entre la Iglesia y los luteranos se hacía evidente para todo el mundo, y ambos bandos exigieron de inmediato a quienes no habían tomado partido que eligiesen un bando.

A través de toda su vida, Erasmo había sido consecuente en sus críticas a los poderes establecidos y a los abusos que los malos religiosos hacían de ellos. Al verse involucrado en la trampa de tomar partido, tuvo que dar explicaciones y decir públicamente que sus ataques jamás se habían dirigido contra la Iglesia como institución ni menos contra Dios como fuente de inteligencia y justicia, sino sólo a los malos obispos y frailes que ganaban dinero vendiendo el paraíso y cometían otros delitos religiosos como la simonía. A Erasmo le creyeron porque su brillante trabajo con la Biblia confirmaba su fe y su enorme difusión pública lo había convertido en un personaje querido y admirado por católicos y protestantes por igual.

Lutero estaba de acuerdo con las ideas de Erasmo especialmente en las críticas sobre el modo de administrar la Iglesia. Lutero y Erasmo se hicieron amigos personales, y el reformador Lutero fue una de las pocas personas a las que Erasmo reconocía públicamente admirar. El alemán, por su parte, siempre defendió las ideas de Erasmo argumentando que eran el resultado de un trabajo limpio y de una mente superior. Las cartas de Erasmo son interesantes: hay en ella 500 hombres de los más destacados del mundo de la política y el pensamiento que le escribían para pedir su ayuda, su apoyo o su consejo. Muchos de ellos respetaron la palabra de Erasmo, pero no todos.


A pesar de su magnífica variedad, cantidad y calidad, lo más interesante de la correspondencia de Erasmo es su interminable intercambio con Martín Lutero.


En los primeros mensajes, el reformador no se cansa de alabar exageradamente el trabajo realizado por Erasmo a favor de una mayor y mejor Cristiandad, pero sin hacer mención a la Reforma que él mismo pensaba emprender. Más adelante, comienza a rogar y luego a exigir a Erasmo que abandone el catolicismo y que se una al recién formado bando protestante.


Erasmo responde con palabras de comprensión, respeto y simpatía hacia la causa reformista, pero —como era habitual en él— se negaba amablemente a comprometerse con ningún tipo de actitud partidista. Explica a Lutero que el hecho de convertirse en un líder religioso a su lado, destruiría su reputación como estudioso y pondría en peligro sus obras de pensamiento puro, un trabajo que le había llevado décadas y que era su único interés y el objetivo de su existencia.


Lutero le responde que, al revés de lo que opina Erasmo, la única manera de poder efectuar una reforma real y completa de la Iglesia es abandonando los libros y convirtiéndose de hecho en un líder espiritual del pueblo.


Erasmo reconoce que el gran aporte de Lutero ha sido reunir y organizar los hasta entonces desparramados intentos de reforma, le agradece sus desvelos y su valentía pero se niega definitivamente a unirse a él en su tarea.


Pero la situación no podía durar: Lutero empezó pronto a presionar a Erasmo para que éste se presentara como la cara visible de los reformistas, a lo que el holandés se negó completamente. Por su parte, el Papa también presionaba a Erasmo para que atacara a los protestantes. La negativa de trabajar para uno u otro bando fue interpretada por ambos como cobardía y deslealtad. La Iglesia lo acusó con una frase célebre: "Usted puso el huevo y Lutero lo empolló", a lo que el teólogo respondió con la no menos conocida ironía: "Sí, pero yo esperaba un pollo de otra clase".

En uno de sus libros, Erasmo reconoce y ataca las exageraciones de Lutero acerca de la libertad humana. Pero, con el ansia de verdad científica que guiaba su obra, poco después analiza los argumentos contrarios de los católicos y termina concluyendo que ambas posturas contienen partes de verdad.

Erasmo afirma que, en verdad, el hombre nace atado al pecado, pero que también dispone de las formas adecuados para solicitar a Dios que le permita desatarse. Los protestantes creían en la libertad, y decían que no hacía falta una Iglesia para alcanzar la salvación. Por su parte, los católicos, prácticamente negaban la capacidad humana de ser libres. La forma adecuada de pedírselo la ofrece solamente la Iglesia Católica, y depende del pecador saberlos aprovechar. Esta fue su gran aportación acerca del gran problema de su época, que enfrentaba a protestantes y católicos.

También la traducción que Erasmo hizo de la Biblia es la base de la versión inglesa, conocida como King James' Bible (Biblia del rey Jacobo I de Inglaterra). Tiene la virtud de representar la primera aproximación desde tiempos de la versión de la Vulgata de un académico para traducir con rigor el contenido de la Biblia.


Apenas publicado el texto, Erasmo acometió de inmediato la escritura de su sorprendente "Paráfrasis del Nuevo Testamento", que en varios tomos y en un lenguaje sencillo y popular, pone al alcance de cualquiera que sepa leer los contenidos completos de los Evangelios, profundizando con precisión incluso en sus ideas más complejas. El impacto de la obra de Erasmo, a pesar de estar escrito en latín, fue enorme en la sociedad renacentista y, por ello, de inmediato se tradujo a todas las lenguas vulgares de los países europeos. A Erasmo le gustaron y agradeció estas traducciones, porque comprendía que pondrían su obra al alcance de muchísima gente, algo que nunca podría lograr el original en lengua latina.

En 1521 se estableció en la tranquila y bella ciudad de Basilea, donde, según escribió, se vio obligado a retirarse a causa de las "persecuciones" a que se le había sometido, Erasmo sintió la calidez de ese país que lo recibió con hospitalidad y cordiales atenciones, y una vez más se rodeó de amigos y seguidores que habían comenzado a creer en él y en sus ideas. Fue allí donde se atrevió a poner por escrito sus creencias en latín, el idioma más claro que encontró y el más apropiado para transmitir ideas complejas. 


En 1529 Basilea se adhirió oficialmente a la Reforma, por lo que Erasmo se alejó de allí y estableció su residencia en la ciudad imperial de Friburgo. La poblaban muchos católicos, y parece ser que resultó más fácil para Erasmo mantener su independencia intelectual allí que en Basilea. Erasmo continuó en Friburgo con su incansable actividad literaria, llegando a concluir su obra más importante de este período: el "Eclesiastés" paráfrasis del libro bíblico del mismo nombre, en la cual el autor afirma que la labor de predicar es el único oficio verdaderamente importante de la fe católica.

La última obra del pensador, titulada "Preparación para la muerte", asegura que haber llevado una vida proba es la única condición para alcanzar una "muerte feliz".


Por motivos inexplicables, Erasmo se desplazó poco después de la publicación de este libro a la ciudad de Basilea una vez más. Hacía seis años que había partido, y de inmediato se acopló a la perfección con un grupo de estudiosos (anteriormente católicos) que ahora analizaban detalladamente la doctrina luterana. Fue esta la última ruptura con el catolicismo, que Erasmo mantendría hasta el fin. 


Hacia el final de sus días dijo:


"Todos tienen estas palabras en la boca: EVANGELIO - PALABRA DIVINA - FE - CRISTO -ESPÍRITU, pero veo a muchos de ellos comportarse como si estuvieran poseídos por el demonio"


En ese momento de locura universal, donde la razón era asesinada por la pasión y la justicia por la violencia, unos y otros cometían las peores atrocidades en nombre del Dios del Amor. Los soldados y cañones reemplazaron a los argumentos. Erasmo pudo saber que en París, habían quemado a fuego lento a quien le traducía sus libros. En Inglaterra, sus dos amigos, John Fischer y Tomas Moro, habían caído bajo el hacha del verdugo, y su amigo suizo Zwinglio, había sido muerto a mazazos en el campo de batalla.
   
Erasmo murió en Basilea en 1536.

Fue el mas grande humanista del Renacimiento y sin duda el escritor más elegante y agudo de su tiempo. Hombre esencialmente de letras, su doctrina dio origen al movimiento erasmista. Abierta su mente a todas las cuestiones y erudito ingenioso, Erasmo es un precursor del espíritu moderno. Es innegable que sus obras produjeron una verdadera revolución intelectual en toda Europa. No sólo hizo pensar a los sabios de su tiempo, y también, gracias a su lenguaje sencillo y agradable, a la gente común de aquellos años. Pero en los últimos años de su vida, el mundo se había vuelto muy ingrato. Católicos y evangélicos se enfrentaban unos contra otros, se mataban, torturaban, quemaban, y además, a veces se peleaban entre sí con tanto odio como si se tratara de los peores enemigos y no de compañeros de religión. El amor a la humanidad que había llenado su corazón y su palabra, en fin los ideales humanistas, estaban completamente derrotados.

Su ideal fue únicamente ético: reforma gradual y pacífica de la Iglesia y la sociedad civil, hasta conseguir una sociedad humanizada, donde el hombre pudiera desarrollarse al máximo. Amigo de Tomás Moro, le dedica su Elogio de la locura, que es una sátira a las costumbres retrógadas y un canto a la libertad, al ingenio, a la rebeldía, al atrevimiento, es decir, a la cultura libre.

Gran conocedor del pensamiento de Lutero, escribió contra él Sobre el libre albedrío, y el pensador alemán le replicó en un tratado titulado Sobre el albedrío esclavo.

Todas las obras de Erasmo fueron censuradas e incluidas en el Índice de Libros Prohibidos por el Concilio de Trento. De manera similar fueron denunciadas por la mayoría de los pensadores protestantes.

Paradójica y merecidamente, Erasmo ha sido homenajeado innumerables veces. Existen multitud de escuelas, colegios y universidades que llevan su nombre, comenzando por la Universidad de Rotterdam.
La Red de la Comunidad Europea para Intercambios Académicos lleva asimismo el nombre de Programa Erasmus en homenaje al carácter multinacional y europeísta del filósofo humanista.


MAG

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