martes, 20 de mayo de 2014

Curiosidades de la vida de John Locke


En la introducción del libro "CARTA SOBRE LA TOLERANCIA", de Mestas Ediciones, se indican algunos aspectos interesantes y curiosos de la vida de John Locke (JL) que os cito a continuación:

JL nació en un pueblo del sur de Inglaterra (Brington)en 1632. Las buenas relaciones de su padre, abogado calvinista, le permitieron estudiar en el prestigioso Colegio de Westminster y ser aceptado a los 20 años en el Christ Church College de la Universidad de Oxford, donde se graduó como Bachiller y posteriormente como Doctor, hasta ser nombrado "Censor" de filosofía moral en 1664.

Durante estos años no destacó en nada especial, excepto por el inusual hecho de que había renunciado a seguir la carrera clerical, como era costumbre en aquella época para los estudios que había realizado. JL optó por estudiar MEDICINA y esta decisión cambió radicalmente su futuro. Veamos

JL conoció casualmente a Lord Ashley, político destacable en la corte de Carlos II de Inglaterra, que posteriormente sería conocido como conde de Shaftesbury y que padecía una enfermedad del hígado que era mortal. En una de sus visitas a las aguas termales de Astrop, en Oxford, para aliviar su dolor, fue accidentalmente asistido por JL, amigo de su médico habitual. Asi comenzó su famosa amistad y en menos de un año Locke se convirtió en asesor y médico del poderoso Lord Ashley.

Esta relación se vio reforzada por el increíble hecho de que JL dirigió personalmente una osada operación para eliminar el absceso que afectaba al hígado de su patrón. Este éxito le hizo famoso dentro de la profesión médica y le granjeó el eterno agradecimiento de Lord Ashley. La primera consecuencia de esto fue que en 1668 JL fue nombrado "fellow" de la Royal Society.

Entre 16667 y 1683, Locke vivió los años de la Restauración bajo la protección de uno de los personajes públicos más eminente e influyente, participando de la vida política, social e intelectual de ese periodo.

R. Fernández

lunes, 19 de mayo de 2014

Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher


Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher nació en 1768 en la actual ciudad polaca (entonces prusiana) de Wroclaw. Su padre era un clérigo reformado, calvinista, capellán del ejército de Federico el Grande. Friedrich se educó en las escuelas moravas, que le inculcaron a través del pietismo un sentido profundo de la vida religiosa. Se inició en la lectura de los clásicos griegos y latinos. En 1787 ingresó en la Universidad de Halle, donde cursó estudios superiores de Teología estudiando con afán a Platón, a Aristóteles, a Spinoza, a Kant, a Fichte y a Jacobi, ordenándose al ministerio en 1790. Es tutor de la famila del conde Dohna en Prusia Oriental y posteriormente pasa a ser ministro en la ciudad prusiana de Lansberg. En 1796 se establece como predicador en Berlin; comienza a traducir las obras de Platón y entabla amistad con algunos de los más significados representantes del romanticismo alemán, especialmente con Friedrich von Schlegel, siendo para éste el intérprete religioso del punto de vista romántico que Schlegel mismo personifica.

En 1799 escribe su “Discurso a la religión a las personas cultas y a las que las desdeñan (Über die Religion. Reden an die Gebildeten unter ihren Verächtern) que le dio una reputación sólida a nivel nacional. Al año siguiente publica Soliloquios, donde manifiesta su cuidadosa absorción del espíritu romantico y las direcciones éticas por donde habrá de deambular intelectualmente en el futuro, como en su “Esbozo de una critica a la anterior teoría ética” (Grundlinien einer Kritik der bisherigen Sittenlehre) 1803).

En 1804 Schleiermacher, a pesar de ser calvinista, fue invitado a enseñar ética filosófica o ética de la cultura, teología, nuevo testamento y hermenéutica en la universidad luterana de Halle. Para 1810 ejerce como profesor de teología en la Universidad de Berlin, donde el resto de su vida fue profesor de teología dogmatica, teología y critica del nuevo testamento, hermeneutica, historia de la filosofía, etica y dialéctica entre otras materias. Abogó por la unión de las iglesias calvinistas y luteranas en Prusia y predicó contra el expansionismo francés de Napoleón y a favor de reformas sociales internas.

En 1809 Schleiermacher se casó con Henriette von Willich, viuda del pastor Ehrenfried von Willich, quien era madre de dos hijos y tendría otros cuatro más.

La “Fe cristiana” (
Christliche Der Glaube nach den Grundsätzen Evangelischen der Kirche im Zusammenhange dargestellt) apareció en 1821-1822 y fue revisada entre 1830 y 1831. Junto con el breve resumen de los Estudio de la Teología (1ª edición, 1811) y las dos cartas abiertas, relativas a la edición revisada de “La Fe cristiana”, que Schleiermacher escribió en 1829 a un amigo cercano, el Dr. Lücke, (Sendschreiben über Glaubenslehre), “La fe cristiana” manifiesta no sólo el pensamiento de Schleiermacher sobre la doctrina cristiana y cuestiones teológicas de fondo, sino también su concepción de la organización de las disciplinas teológicas y de la teología sistemática en sí misma.

Como pensador romántico sustentaba que en lo absoluto se da la unidad plena de lo finito y lo infinito, unidad que solamente puede ser captada a través de la dialéctica, entendida más al modo platónico que al modo fichteano o hegeliano. Pero el conocimiento del verdadero ser no puede reducirse a la mera ciencia, ante la que Schleiermacher proclama la plena autonomía de la religión sobre la filosofía y sobre la moral. Y ello porque, por una parte, la filosofía o la ciencia, guiada por su ideal racionalista, aspira a conocer, mientras que, por otra parte, la moral, inspirada por el voluntarismo, aspira a modificar y mejorar el mundo. La religión, en cambio, no aspira ni al conocimiento ni a la modificación, ya que no es producto ni del intelecto ni de la voluntad, sino que surge directamente del sentimiento de lo infinito, que es un sentimiento de dependencia absoluta. La esencia de lo religioso, y ahí radica su plena autonomía, sólo puede aprehenderse por la intuición de lo infinito, por la vinculación inmediata del individuo con lo infinito. Por ello, y en la medida en que la religión es sentimiento de lo infinito, afirma que Spinoza, lejos de ser considerado ateo, como era calificado frecuentemente, debe ser considerado como el pensador más religioso, ya que en él está presente este sentimiento de dependencia absoluta de lo infinito que se realiza en todo lo finito. Este sentimiento de lo infinito se expresa también de infinitas maneras, lo que da explicación de la diversidad de religiones y de experiencias religiosas, cada una de las cuales es una manifestación, más o menos desarrollada del único sentimiento general de lo religioso. 
 
Puesto que Dios es esencialmente incognoscible, abandona toda pretensión teológica y sustenta la religión en el puro sentimentalismo. Por ello mismo rechaza todo dogma religioso, y recalca la absoluta historicidad del hombre, así como toda formulación dogmática o teológica, que deben ser entendidas e interpretadas (hermenéutica) en su radical y absoluta historicidad. Para Scheleiermacher, la tarea de la hermenéutica era “entender el discurso tan bien como el autor, y después mejor que él”. Intentó presentar una teoría coherente sobre el proceso de interpretación de los textos. 
 
La teología es una asignatura de tipo histórico, cuyo oficio es informarnos de la experiencia religiosa de cada nueva generación. Su concepción ética se fundamenta también en esta concepción de la absoluta historicidad. No es una ética de imperativos, sino que se basa en las realizaciones concretas de los hombres y de sus conquistas por unificar la razón y la naturaleza. De esta manera su ética aparece como una especie de filosofía de la cultura. Pero el aspecto más influyente de la filosofía de este teólogo es, sin duda, su contribución a la formulación de la teoría hermenéutica.
Schleiermacher rechaza la teología racional, en cuanto el objeto de la teología es Dios como el Incognoscible. El conocimiento humano sólo conoce distinguiendo los contrarios, y Dios es la misma indiferencia de todos los contrarios. Tampoco le es válida la teología revelada, ni la moral, con base en Kant, con lo que deja muy mal parada la teología. De hecho, la teología es una labor imposible, lo único que queda es hacer filosofía de la religión. Schleiermacher no especula sobre Dios, sino sobre la religión. Afirma que la religión no se funda en el conocimiento, ni en la voluntad, ni siquiera en la convicción moral. Sólo puede fundarse en el sentimiento. La filosofía de la religión de Schleiermacher es filosofía del sentimiento religioso. La religión nace del sentimiento de dependencia absoluta. El hombre se siente absolutamente insuficiente. Dios es el ser del que dependemos, el que sostiene nuestra radical insuficiencia. No sabemos si es personal o impersonal, natural o sobrenatural; lo único que nos es dado es esta nuestra absoluta dependencia, captada mediante el sentimiento religioso, en el cual va implicado todo el ser del hombre. 
 
Puesto que la religión es competencia exclusiva del sentimiento, los dogmas no pertenecen al contenido religioso. Al tomar este camino, rompió con la teología paulina y reformada, al negar el pecado original y la subsiguiente corrupción de la naturaleza humana y sostener que la justicia y el pecado han coexistido siempre en el ser humano. Para él, la cristología tradicional había perdido el tiempo en discusiones sobre la persona y la obra de Cristo, en lugar de la experiencia inmediata de la redención misma, donde Cristo es el ejemplo ideal y, al mismo tiempo, la fuente de la “consciencia de Dios” con la que se vence al pecado. Su eclesiología consiste en que los creyentes experimentan la regeneración (es decir, según él, la adquisición de la consciencia que Cristo tenía de Dios) en la vida corporativa de la iglesia de cada época, más bien que mediante la fe en los hechos históricos de la muerte y resurrección de Cristo. Hegel va a protestar vigorosamente contra esta teoría de la fe cristiana, que juzga su disolución definitiva, aunque Schleiermacher nunca pretendió negar el contenido específico de la fe cristiana: lo que buscaba era proveer un fundamento religioso de validez universal, que define así:

"
La religión renuncia a cualquier pretensión en todo lo que pertenezca a la metafísica y a la moral. No busca terminar y explicar el universo como lo hace la metafísica. No busca perfeccionarlo y terminarlo con el desarrollo de la libertad como hace la moral. En esencia, [la religión] no es ni pensamiento ni acción, es contemplación intuitiva y sentimiento. "

Friedrich Ernst Daniel Schleiermacher, fundador del protestantismo liberal, falleció en 1834 en Berlín. Su trabajo marcó los puntos cardinales del ulterior desarrollo de la teología y la filosofía de la religión. Fue un apologista cristiano de su época. Su redefinición de la teología cristiana ejerció su impacto más fuerte en el tema de la autoridad. Según él, ninguna autoridad, ya sea de la Biblia, de los credos o de la Iglesia, debe prevalecer sobre la experiencia inmediata de los creyentes. Esto le llevó a rechazar, por irrelevantes, doctrinas bíblicas tales como la concepción virginal de Cristo, la Trinidad y la Segunda Venida. Las ideas de Schleiermacher contribuyeron al fracaso del deísmo ilustrado del siglo XIX, pero también al surgimiento del liberalismo. Su ética aparece como una especie de filosofía de la cultura que tuvo gran influencia sobre Dilthey. Pero el aspecto más influyente de la filosofía de este teólogo es, sin duda, su contribución a la formulación de la teoría hermenéutica.

MAG






viernes, 16 de mayo de 2014

Georg Philipp Friedrich von Hardenberg (Novalis)



Con un París en fervor de guillotinas, la colmena de principados que ahora es Alemania alumbró a una serie de videntes institucionales, vástagos de la Ilustración del XVIII, y padres del Romanticismo decimonónico, en gestación. La dirección espiritual de estos afluentes se puede atribuir a Goethe, a Schiller, a Fichte, personajes que ya aparecieron en el último libro de Rüdiger Safranski. Entre los más jóvenes de esta bisagra de siglos está Georg Philipp Friedrich von Hardenberg (Novalis), nacido en 1772 en un convento dominico reformado para castillo familiar en el siglo XVII. Su familia noble sajona lo educó según los cánones pietistas. Tomó el nombre de Novalis (el que conquista nuevas tierras) de un antiguo título nobiliario del siglo XII en su aristocrática familia.
 


Realizó sus primeros estudios en el palacio de Lucklum y en la escuela luterana de Eisleben, donde aprendió retórica y literatura antigua; después se trasladó a Jena para estudiar Derecho, asistiendo a los cursos de historia de Friedrich Schiller, a quien acompañó junto al lecho en sus horas de enfermedad, y donde conoció a Johann Gottlieb Fichte, cuya filosofía idealista gravita sobre toda su obra. Transforma el concepto de Fichte de “No yo” (Nicht-Ich) en” (Du), un sujeto equivalente al Yo (Ich). Éste es el arranque de la 'Religión del Amor' (Liebesreligion) de Novalis.


Aconsejado por Schiller se trasladó en 1791 a Leipzig, donde conoció a los hermanos August y Friedrich von Schlegel, y un año más tarde pasó a Wittenberg, donde ejerció la jurisprudencia. Así pues, Novalis trabó amistad con los más importantes poetas y pensadores del naciente Romanticismo alemán, y de hecho su obra es un reflejo de la nueva sensibilidad que entonces estaba naciendo. También fue íntimo de Ludwig Tieck, trató a Schelling y una tarde coincidió con Hölderlin. Éste y Novalis son dos poetas de "la noche sagrada", pero Hölderlin era el elegíaco pagano, y su vuelta a los dioses míticos no era una simple simbología artística, a la manera de Goethe, o del Schiller de 'Los dioses de Grecia'. En cambio, Novalis, el noble que se dignó a trabajar, algo tuvo de paladín cristiano.


En octubre de 1794, Novalis trabajó como actuario para August Coelestin Just, que no solamente fue su superior, sino también amigo y más tarde su biógrafo. Es en este mismo año de 1794 cuando se produce un hecho determinante en el curso tanto de su vida como de su obra: conoce a Sophie von Kühn, de la que se enamora y con la se promete en secreto. La muerte de su prometida, la jovencísima Sophie von Kühn, a causa de la tuberculosis (1797), le sumió en una profunda crisis espiritual. Este hecho es considerado como el desencadenante de su obra más conocida, los “Himnos de la noche” (Hymnen an die Nacht), escrita en 1800, que junto con los “Fragmentos” (Fragmente), forman casi la totalidad de su producción poética. 
 

En los “Himnos de la noche”, una breve obra compuesta por seis himnos de poemas en prosa y verso, el poeta exalta la noche, identificada con la muerte, como el paso hacia la «vida verdadera», un renacimiento místico en la persona de Dios donde el reencuentro con su amada y con el conjunto del universo sería posible, todo ello evocado por medio de un lenguaje sugestivo y armónico. "Y todo lo que me hizo feliz aquí en la tierra/ huyó,/ y también mi tristeza". 
 

El segundo himno encarna todo lo que desde el Siglo de las Luces se ha rechazado por considerarse irracional: la fe, la imaginación, la fantasía, el amor. Y sin embargo, es la noche la que, a la postre, se termina manifestando como la potencia redentora que devuelve al universo su unidad con lo infinito, con la eternidad.


En el quinto himno la “Edad de Oro” es identificada con la Grecia arcaica, un tiempo mítico en el que el ser humano y la naturaleza vivían en plena comunión. Esta edad de oro era vulnerable y de hecho sucumbió ante la potencia destructora de dos enemigos: el propio hombre y la muerte. El primero la destruyó mediante la reducción de la naturaleza a un mecanismo ciego gobernado por la fría razón lógica. Es la operación que lleva cabo la Ilustración. 
 

Para los románticos, naturaleza y hombre se presentan hoy como dos elementos heterogéneos, casi enemigos. De hecho, la técnica –y la ciencia en la que sustenta- no son más que el resultado del esfuerzo humano por dominar la resistencia que la naturaleza ofrece. Pero, según Novalis, esto no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que la naturaleza, animada por fuerzas que hoy no pueden ser percibidas, dejaba transparentar correspondencias, vínculos, y asociaciones, en las que cada elemento hallaba su sentido pleno dentro del conjunto del organismo. Recordemos que la base de esta interpretación hay que buscarla en la teoría del anima mundi, según la cual el mundo es un macro-organismo vivificado por un alma única. De este modo, cada fragmento de él se halla en una relación con el resto análoga a la que hay entre cada célula de un ser vivo y aquéllas que en su conjunto forman el organismo. El ser humano es, dentro de este esquema, una privilegiada parte del cuerpo capaz de sentir en sí mismo esta unidad. Pero no cualquier hombre. Sólo lo puede aquél que posee sensibilidad para percibir la manifestación última de esta armonía plena en la que todo descansa: la belleza. Es decir, el poeta. Únicamente él comprende la fuerza espiritual que mueve el universo porque es la misma que anima su propia actividad.


En un lugar así, los poetas no sólo eran artistas de la palabra, sino seres en los que esa llama vivía de un modo privilegiado; sacerdotes del dulce culto, y a través de él, podían convocar a todas las fuerzas del universo para que revelaran sus secretos. Así, la naturaleza sería para ellos un espacio amigo, un paraje en el que cada ser obedecía al impulso que nace de la belleza.


Los “Fragmentos”, compuestos entre 1795 y 1800, comprenden una serie de apuntes, aforismos y comentarios breves sobre filosofía, estética y literatura, en los que expresa las principales inquietudes y concepciones teóricas del romanticismo. La angustia del poeta es provocada por la fractura que separa al sujeto del objeto, dentro de los estrechos límites fijados por el kantismo: la mediación conceptual falsea la unidad esencial de la vida, de la que participa el poeta, sin poder asirla ni expresarla jamás. El papel asignado al arte se acerca al de la religión, por cuanto tiene la misión de hacer visible aquella intuición absoluta, aunque en sus apuntes Novalis indica que tal acceso debe realizarse desde la autorrevelación del arte como mediación, como falsedad y, por tanto, como absoluta libertad creativa. Junto a estas consideraciones se hallan otras muchas sobre las más variadas materias, desde el esoterismo hasta la matemática y las ciencias, pasando por el derecho y la política. Según explicó su amigo Tieck, Novalis "había desarrollado el plan para una obra enciclopédica propia, en la cual las experiencias e ideas de las diversas ciencias debían explicarse, apoyarse y animarse mutuamente".


En prosa, Novalis publicó en estado fragmentario “Enrique de Ofterdingen” (Heinrich von Ofterdingen), considerada una de las novelas emblemáticas del romanticismo. Novela de aprendizaje, el autor proyecta en ella las obsesiones que guiaron su propia vida. El protagonista, un juglar medieval cuya existencia histórica es incierta, aunque se le supone autor del Cantar de los Nibelungos, debe salir al «exterior» para hallar su propia identidad, a través de los lugares comunes literarios del viaje y del enamoramiento. Las preocupaciones románticas que distinguen la novela se resumen en la imagen de la flor azul (símbolo de la Poesía) que el protagonista ve en sueños, y a cuya búsqueda se dedica. El elemento central de la obra son las reflexiones de Novalis sobre la esencia de la poesía y su objeto. El protagonista, Enrique, indaga sobre la raíz última del arte, que desvela las armonías del yo con la Naturaleza. La formación geológica de Novalis le pudo brindar esta audacia: "¿Serán los cuerpos del sistema solar fosilizaciones… acaso de ángeles?".



La novela inconclusa “Los discípulos de Sais” (Die Lehrlinge zu Sais) presenta una visión alegórica de la naturaleza; escrita durante los estudios geológicos del autor, narra los esfuerzos de un grupo iniciático por desentrañar la verdad sobre la esencia de la naturaleza. 
 

El eje central que configura la cosmovisión de Novalis es una experiencia personal: la muerte de Sophie y la posterior vivencia de su nexo con ella más allá del abismo que aparentemente los separaba. Así lo describe en su diario:

Empecé a leer a Shakespeare –me adentré poco en su lectura. Al atardecer me fui con Sophie. Allí experimente una felicidad indecible –momentos de entusiasmo, como relámpagos- vi cómo la tumba se disolvía ante mí como una nube de polvo –siglos como momentos- sentía la proximidad de ella –me parecía que iba a aparecer de un momento a otro.


En la colina en la que se hallaba la tumba de Sophie, Novalis vive la experiencia de que la muerte es sólo un paso previo, doloroso pero necesario, para el advenimiento de un tipo de unión establecida sobre vínculos más sólidos que los anteriores. A partir de este hecho, el poeta contempla el conjunto del universo movido por un dinamismo en el que el vacío, el momento de la negación, de la nada, es algo requerido para que se cumpla el destino final de todo, que no es otro que la unidad plena en un amor eterno. A pesar de ello, prácticamente todos los críticos coinciden en afirmar que, si bien es indudable que el elemento biográfico es importante para la comprensión de la obra, ésta no se limita a ser una mera sublimación de aquél. Por el contrario, en ella se puede encontrar toda una visión de cosmos que sobrepasa con mucho la descripción de un hecho personal.


Con su ensayo “La Cristiandad o Europa” (Die Christenheit oder Europa), Novalis presenta otra de las características del movimiento con una melancólica añoranza de un tiempo pasado en el que se forja la nación alemana y la Europa cristiana. Novalis expresa toda la nostalgia romántica por la perdida unidad de la Europa cristiana medieval, en una exaltación de la fe cristiana. Ensaya una paz perpetua teológica mirando a tiempos previos a la Reforma: "Hay que volver a la antigua fe católica".



Sus 15 'Cánticos espirituales' (Geistliche Lieder), conjunto de poemas religiosos de gran emotividad, testimonian una fe teñida de piadosa resignación y que fueron escritos por la misma época que sus “Himnos”, a los que prolongan y completan en parte. Están hechos también con una expresión más íntima, sencilla y rítmica y fueron escritos para ser cantados. Cristo aparece en ellos como símbolo de la unidad de poesía y religión y forman parte del cancionero litúrgico del protestantismo. Schubert musicó varios de estos 'Cánticos...'.



En 1798 marchó a Freiberg para estudiar geología y se compromete con Julie von Charpentier. Al año siguiente se convirtió en administrador de minas en Weissenfels, ascendiendo pronto a director. Y a los 28 años de edad es nombrado magistrado (Supernumerar-Amtshauptmann) del distrito de Turingia. Padece tuberculosis desde agosto de 1800 y el 25 de marzo de 1801 muere en Weissenfels.


Las concepciones estéticas de Novalis, cuya obra constituyó un canto a la integración mística de espíritu y naturaleza, influyeron notablemente en el desarrollo posterior del romanticismo europeo. 
 
Su obra publicada en vida se limita a los “Himnos” y a dos series de “Fragmentos” aparecidos en la revista Athenäum en mayo de 1798. El conjunto de su producción fue publicado a su muerte por Friedrich Schlegel y Tieck. La poesía y escritos de Novalis ejercieron influencia en Hermann Hesse, George Mac Donald, C. S. Lewis, … y fueron citados a menudo por Juan Ramón, Aleixandre y Borges. La novelista Penelope Fitzgerald noveló la vida de Novalis, resaltando su educación, su evolución filosófica y poética así como el romance con Sophie en The Blue Flower.



MAG

domingo, 11 de mayo de 2014

Olympe de Gouges



Marie Gouze, que más tarde cambiaría su nombre por el de Marie-Olympe de Gouges, nació en Montauban el 7 de mayo de 1748. Su madre era Anne-Olympe Mouisset, pero en cuanto a la paternidad existen dudas. Consta en los archivos que era hija de un carnicero, Pierre Gouze, aunque éste se negara a firmar el acta de nacimiento. Cuando la niña empieza a tener uso de razón, su madre le insinúa que debía la vida a Jean-Jacques Lefranc de Pompignan, poeta y destacado antagonista de Voltaire y principal adversario de los filósofos.


A los dieciocho años Marie-Olympe se casa con un negociante parisino, Louis-Yves Aubry, cliente de la carnicería familiar, y a los pocos meses da a luz a un hijo, Pierre. Su marido fallece poco después. Olympe, decepcionada por su experiencia matrimonial que no le aportó felicidad alguna, calificó la institución matrimonial como “sepulcro de la confianza y del amor”. 
 

En Montauban ya nada la retiene y, puesto que en París vive su hermana mayor, allí se traslada en 1770 con su hijo para poder proporcionarle una buena educación. Jacques Biétrix de Rozière, alto funcionario de la Marina, le pide su mano, pero fiel a sus principios, y pese a la insistencia de su familia, Olympe se niega a casarse aunque vivan maritalmente. Gracias al soporte financiero de su compañero, Olympe de Gouges vive una vida desahogada de burguesa, figurando como 'persona de condición' en el Almanaque de París de 1774. 
 

En los salones que frecuentaba, conoció a muchos literatos, y como hija biológica de Le Franc de Pompignan, cuyo pieza teatral Didon acaba de recibir una gran aceptación, Olympe de Gouges se lanza a su propia carrera literaria y monta un grupo teatral itinerante que representa sus obras políticas y generalmente polémicas en París y alrededores. 
 

Persigue hacer reaccionar a la sociedad contras las injusticias de la época. Su obra teatral más célebre es l’Esclavage des Noirs (“La escavitud de los negros”) publicada con este título en 1792, aunque inscrita en el repertorio de la Comédie Française como Zamore et Mirza, ou l’heureux naufrage (“Zamora y Mirza, o el naufragio feliz”). Volcada en esta causa, Olympe se integra en la Sociedad de Amigos de los Negros (Club des amis des noirs), grupo de presión abolicionista. Todavía en vigor el llamado Code Noir (“Código Negro”), decretado en tiempos de Luis XIV, y que permitía a numerosas familias beneficiarse del comercio colonial gracias al tráfico de esclavos, la obra de teatro antiesclavista de Olympe de Gougues fue retirada del repertorio francés y su autora enviada a la Bastilla. Gracias al caballero Michel de Cubières, cuyo hermano era uno de los favoritos de Luis XVI, fue revocada la imputación. 
 

Instaurada la Revolución, y a pesar de que el lobby colonial era todavía muy activo, volvió a autorizarse la representación de l’Esclavage des Noirs. Publica entonces el ensayo Réflexions sur les hommes nègres (Reflexiones sobre los hombres negros) y más tarde compone otra pieza teatral sobre el mismo tema, titulada Le Marché des Noirs (“El mercado de los negros”).


En 1788, le Journal général de France, anteriormente llamado Les Annonces, affiches et avis divers, publica dos folletos políticos de Olympe de Gouges, en favor de su proyecto de impuesto patriótico desarrollado en su célebre Lettre au Peuple (“Carta al pueblo”), que tiene continuación en sus Remarques patriotiques, par l’auteur de la Lettre au Peuple (“Observaciones patrióticas por el autor de la Carta al Pueblo”) en las que detalla un amplio programa de reformas sociales. Estos escritos iban dirigidos expresamente a los representantes de las tres primeras legislaturas de la Revolución, a las sociedades patrióticas y a diversas personalidades, entre ellas Mirabeau, La Fayette y Necker, a quienes admiraba especialmente.


Inicialmente defiende una monarquía constitucional, aunque siguiendo los pasos de los girondinos se declara republicana, si bien comparte el posicionamiento del marqués de Condorcet y se opone a la muerte de Luis XVI. El 16 de diciembre de 1792, Olympe de Gouges se ofrece para asistir a Malesherbes en la defensa del rey ante la Convención, pero su ofrecimiento fue rechazado.


Pero la lucha que Olympe de Gouges emprende con mayor fuerza es la de la defensa de los derechos de la mujer. En octobre de 1791 la Asamblea constituyente redacta una Constitución que priva a las mujeres de los derechos cívicos. Ella replica con su Déclaration des droits de la femme et de la citoyenne (“Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana ”), calcada de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, y que comenzaba con las siguientes palabras: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo?. Una mujer te lo pregunta”.


La Declaración llevaba un prólogo dirigido a Marie-Antonietite en el que le pedía protegiera la condición femenina. Empleando con talento el sentido de la ironía, recuerda a a los dirigentes y fundadores de la Revolución que la igualdad de sexos sería un valor fundamental en la nueva Francia, insistiendo en que se devolviera a la mujer sus derechos naturales que el hombre le había arrebatado por la fuerza. Y añadía, con macabra premonición, “La mujer tiene el derecho de subir al cadalso; debe tener también el de subir a la Tribuna”.
 

A la época las mujeres no tenían derecho de voto, ni acceso a las instituciones públicas, ni libertad profesional y ni siquiera derecho de posesión. Una primera respuesta a sus demandas fue la admisión de las mujeres a la ceremonia de carácter nacional denominada 'Fiesta de la Ley' celebrada el 3 de junio de 1792, poco después de la toma de La Bastilla el 14 de julio de 1792.

Olympe de Gouges aboga por la la instauración del divorcio, -único derecho que les concedió la Revolución-, así como la supresión del matrimonio religioso. En su lugar, las parejas firmarían un contrato civil de concubinato, que reconociera también a los hijos nacidos de 'una inclinación particular'. 
 

Teorizó asimismo sobre un sistema de protección materna e infantil, como el que existe hoy en nuestras sociedades, y propuso la creación de maternidades y guarderías. Además y en fin, recomienda la creación de talleres nacionales para los desocupados y albergues para los mendigos, antes de la entrada del invierno de 1788-1789.


Olympe de Gouges critica con dureza a los responsables de las atrocidades de los días 2 y 3 de septiembre de 1792 con las siguientes palabras: “La sangre, incluso la de los culpables, profusamente vertida con crueldad, mancilla por siempre las Revoluciones”. Apunta a Marat como firmante de la circular en la que se proponía extender la masacre de prisioneros en toda Francia. Y sospechando que Robespierre pretendía institucionalizar una dictadura, con la creación de órganos como el Comité de Salvación Pública competente para encarcelar diputados, le interpeló en múltiples escritos, lo que le valió una denuncia de los jacobinos. 
 

El 2 de junio de 1793 Olympe de Gouges eleva un escrito a la Convención por haber violado los principios democráticos y compone un pasquín de carácter federalista o girondino bajo el epígrafe Les Trois urnes ou le Salut de la patrie, par un voyageur aérien (“Las tres urnas o la salvación de la patria, por un viajero aéreo”). Y el 6 de agosto es detenida y llevada ante el tribunal revolucionario que la inculpa y envía a la prisión de la abadía de Saint-Germain-des-Prés. A fin de mejorar su situación, vende sus joyas para ser trasladada a una casa de salud, o cárcel de gente adinerada, y desde allí consigue sacar al exterior dos pasquines con los textos: 'Olympe de Gouges llevada al Tribunal revolucionario' y 'Una patriota preseguida'. 
 

En la mañana del 2 de noviembre es interrogada sumariamente y, privada de abogado, ella misma se defiende de forma inteligente. Sin embargo, la condena es a pena capital por haber intentado quebrar el gobierno único e indivisible. Sube al cadalso con valentía y dignidad y antes de que la cuchilla de la guillotina descienda grita:"Enfants de la Patrie vous vengerez ma mort." (“Hijos de la patria, vosotros vengaréis mi muerte”).
 

De Montauban en 1748 a la guillotina en París en 1793, cuarenta y cinco años de la vida de la primera fenminista francesa, luchando por una idea nueva en Europa: la lucha de los derechos de la mujer. Escritora polemista comprometida se distinguió por su independencia de espíritu y por la originalidad, a veces excesivamente radical, de sus posicionamientos. Abolicionista de la esclavitud, y sobre todo defensora de los derechos civiles y políticos de las mujeres. Enfrentada a Robespierre y a los extremistas de la Revolución, terminó en la guillotina durante la época del Terror.

MAG








sábado, 3 de mayo de 2014

La Marquesa du Châtelet


Gabrielle Émilie Le Tonnelier de Breteuil, marquesa du Châtelet, conocida como Émilie du Châtelet nació en París el 17 de diciembre de 1706, hija de Louis-Nicolas Le Tonnelier de Breteuil, barón de Preuilly y de Gabrielle Anne de Froulay. Su padre desempeñaba el cargo de introductor de embajadores a la corte de Luis XIV. Émilie desde su más tierna infancia mostraba curiosidad por todo y sus padres decidieron darle la misma educación que a sus dos hermanos mayores. Desde los seis años, fue instruida por tutores en la residencia familiar. A los doce años ya lee latín, griego, alemán, italiano e inglés. Su vecino el geómetra M. de Mézières la introdujo en el campo de las matemáticas y Bernard le Bovier de Fontenelle expande sus conocimientos científicos dándole a leer las obras de Locke, Descartes y Leibniz a los 15 años de edad.

Sin abandonar su pasión por el estudio, su segundo amor serán los vestidos, los diamantes, los zapatos y el maquillaje que descubre en su primera visita a la corte de Versalles en 1722.

Se casa a los diecinueve años con el marqués du Châtelet, que casi le doblaba la edad. Como regalo de boda, su padre le nombra gobernador de Semur-en-Auxois en la Borgoña, elevándose de esta forma la posición social de Émilie dentro de la nobleza militar. Se trasladan a Semur donde nacen tres hijos de este matrimonio arreglado, que apenas frena su forma de vida. No renuncia a las matemáticas, sino que busca los mejores profesores. En 1732 su marido parte a la guerrra de Sucesión de Polonia y ella se traslada a París, donde toma lecciones de matemáticas de Pierre-Louis Moreau Maupertius uno de los más importantes físicos de su época, quien había descubierto el principio de mínima acción y desarrollado una teoría de la vida bastante próxima al muy posterior mutacionismo. Émilie fue amante de su preceptor hasta que en 1733 el físico marchó en expedición al Ártico. A sugerencia de Maupertius, el astrónomo alemán Samuel König, discípulo de Leibniz, le sucede como profesor de matemáticas e introductor de la filosofía de su maestro. Una agria discusión sobre el concepto de lo infinitamente pequeño termina con la relación entre profesor y alumna.

Con el auge de la denominada Revolución Científica, a partir del siglo XVII, la ciencia se había convertido en objeto de interés entre las personas acomodadas y los aristócratas. Las mujeres de las clases altas se interesaban por los nuevos descubrimientos científicos, se dedicaban a observar los cielos con los nuevos telescopios, a analizar los insectos a través de los microscopios, a coleccionar curiosidades científicas y a montar sus propios laboratorios. En los cafés de París, nacidos en los años treinta del siglo XVIII como lugares de encuentro de poetas, filósofos, científicos —algunos de ellos, amigos suyos— no estaba permitida la entrada de las mujeres. Sin embargo, esto no fue un obstáculo para Émilie, que no tuvo inconveniente en disfrazarse de hombre, desafiando las normas y sin miedo al ridículo, para así participar en los debates sobre filosofía, ciencia y política que tenían lugar en el café Gradot.

En estos lugares de relación frecuentados por la aristocracia, Émilie fue presentada a la duquesa de Saint-Pierre, con la que entablaría una estrecha amistad. Fue en casa de la duquesa donde Émilie se reencontró con Voltaire, que conocía de su infancia como amigo de su padre. A partir de ese momento se hacen inseparables, ambos frecuentan la ópera, los cabarets, los teatros. En 1735 Voltaire perseguido por la policía se dispone a abandonar París y la marquesa du Châtelet le propone refugiarse en un viejo castillo que su marido poseía en Cirey en la Lorena, donde podrían preservar su pasión amorosa y su pasión científica, para dedicarse con más intensidad al estudio y a la investigación. 


Aislados de todo y todos, allí viven durante cuatro años como 'filósofos voluptuosos', trabajando día y noche en resolver problemas de física o de metafísica, con interrupciones para pasear, cazar o recibir a los otros castellanos de los alrededores. Sin embargo, sus mejores compañeros son el compás y los libros. Cirey se convirtió en un auténtico centro de investigación científica con un magnífico laboratorio de física y una espléndida biblioteca formada por más de 21 mil tomos, que pocas universidades de Europa alcanzaban a tener. Émilie trabajó apasionada y duramente en el debate científico que se planteó esos años entre Newton y Leibniz, entre Inglaterra que cerraba filas en torno a Newton y Alemania que lo hacía con Leibniz de forma igualmente dogmática. El trabajo de la marquesa du Châtelet sirvió para que los matemáticos franceses de la segunda mitad del siglo XVIII lograran conformar una nueva versión del cálculo diferencial e integral, que permitió a Laplace crear los postulados de la física clásica en el lenguaje matemático actual.

En 1735 Émilie tradujo al francés y comentó The Fable of the Bees (“La Fábula de las Abejas”) escrita en inglés por el filósofo holandés Bernard Mandeville. Al año siguiente inició sus trabajos sobre la óptica de Newton —Essais sur l’optique— algunos de cuyos capítulos fueron incluidos en la obra Elements de la phílosophie de Newton, firmada por Voltaire, quien aclaró el nombre de la verdadera autora en el prólogo del libro: “Madame du Châtelet tiene su parte en la obra; Minerva —como a veces la llamaba— dictaba y yo escribía”. Por esas mismas fechas trabajaba sobre el lenguaje, escribiendo Grammaire raisonnée, y comenzaba el Examen de la Genése, en el que trabajaría a lo largo de cinco o seis años.

Su interés por poseer y desarrollar un pensamiento propio le llevó a una ruptura intelectual con Voltaire, que se inició con el estudio sobre el fuego que habían comenzado conjuntamente. En aquella época se especulaba sobre si el fuego era una sustancia material o, por el contrario, algo distinto, que se regía por leyes diferentes a las de la física. Sobre este asunto, ambos participaron en el concurso convocado por la Academia de Ciencias. Su discrepancia surgió a la hora de interpretar los resultados de la experimentación: Voltaire y Châtelet llegaron a conclusiones dispares. A partir de aquí ella decidió llevar a cabo su trabajo en solitario y en secreto, lo que limitaría sus posibilidades de continuar la experimentación. Finalmente, ninguno de los dos obtendría el premio de la Academia, pero sus trabajos serían publicados junto con los de los ganadores.

Esta originalidad de pensamiento se manifiesta en sus Institutions de Physique, un tratado científico y filosófico, en el que se recogía la física de Newton. Por una parte, se desvinculaba de la autoridad de Descartes, Newton y Leibniz —como queda de manifiesto en el prólogo del libro— y por otra, se distanciaba de las posiciones antimetafísicas de Voltaire, seguidor de Locke, como es sabido. Para llegar al fondo de las cosas, -decía- es necesario, utilizar tanto el empirismo como la metafísica.

Una vez finalizada la redacción de Institutions de Physique, su amiga Madame de Chambonin, única conocedora de su existencia, la convenció de la importancia y necesidad de su publicación. Antes de que Chambonin viajase a París para entregarlo a la imprenta, Émilie decidió dárselo a leer a su antiguo tutor Samuel Köning. En vísperas de su publicación, éste difundió el rumor de que el verdadero autor del texto era él y que Madame du Châtelet simplemente había copiado sus notas y las había presentado como suyas. Émilie solicita amparo a la Academia de Ciencias y finalmente en 1740 su obra sería reconocida y respetada por algunos de sus contemporáneos y por instituciones como La Sorbonne —de la que no llegó a formar parte— o la Academia de Ciencias de Bolonia, donde fue admitida en 1746. El círculo intelectual reconocía la inteligencia de Châtelet; incluso su nombre aparece en la Enciclopedia de Diderot y d’Alembert.

El reconocimiento por parte de la Academia de Bolonia le llegó cuando traducía y comentaba los Principies mathématiques de la philosophie de Newton (Principios de la Matemática) de Newton. Los 'Principios' habían sido escritos por Newton en latín —la lengua de la comunidad científica— en 1713, y ella los vertió al francés, la lengua por entonces más utilizada en Europa, permitiendo su amplia difusión.

El Discours sur le Bonheur (“El discurso sobre la felicidad”) es una disertación sobre el saber de la experiencia, desde su propia experiencia; una reflexión sobre el amor y la amistad, desde la madurez cuando la pasión amorosa decae y crece la amistad. En estas circunstancias “el amor al estudio es de todas las pasiones la que más contribuye a la felicidad... Una fuente de placer inagotable”.

Pero finalmente había conseguido su última meta científica: terminar la traducción y los comentarios de los Principies mathématiques de la philosophie de Newton. El libro fue publicado en 1752 con un prefacio de Voltaire, un recuerdo emocionado de su amada y, al mismo tiempo, expresión de sus sentimientos de dolor y de la fortaleza de Émilie du Châtelet en sus últimos momentos, durante los cuales él no se había separado de su lado: “El dolor de una separación eterna afligía sensiblemente su alma; y la filosofía, de la que su alma estaba llena, le permitía conservar su coraje”. Era, también, un homenaje póstumo a su pasión amorosa y a su pasión científica, que adquirieron así público reconocimiento.

La relación entre Voltaire y Émilie había terminado por los problemas económicos que tenía la Marquesa ocasionados por sus constantes apuestas y al interés de Voltaire por una sobrina suya. Sin embargo, su amistad y la cooperación académica continuaron hasta la muerte de ella.


En la primavera de 1748 Émilie conoció y se enamoró del Marqués de Saint-Lambert, un poeta sin excesivo relumbre en la corte. Ello no destruyó, sin embargo, la amistad con Voltaire. De ese tortuoso amor quedó embarazada y a principios de septiembre de 1749 dio a luz a una niña. Voltaire describió el nacimiento con estas palabras: “La niñita llega mientras su madre está escribiendo sobre unas teorías de Newton. Deposita de momento a la recién nacida sobre el volumen cuarto de geometría, recoge sus papeles y se acuesta”. Tras el parto, y durante unos días, Émilie se muestra feliz y contenta, pero el 10 de septiembre su cuerpo no soportó la fiebre puerperal provocándole la muerte a ella y a su hija recién nacida de cuya paternidad legítima, con la inestimable ayuda de Voltaire, había logrado convencer a su complaciente marido. La marquesa du Châtelet tenia 43 años. 


La consideración histórica de su figura ha sido frecuentemente subsumida en la vida de Voltaire. Altiva aristócrata de espíritu científico, agudísima inteligencia y fiera independencia, tan admirada por Voltaire y que gozó del privilegio de disfrutar de una educación y libertad de movimientos inusitada para las mujeres de su época. Por su privilegiada posición Madame du Châtelet pudo dedicarse sin trabas a su actividad científica y a su importante labor de traducción de la obra de Newton, disfrutar de los más extravagantes lujos y permitirse un absoluto desprecio de la opinión que los demás pudieran tener sobre su original y libérrima forma de vida en compañía de Voltaire y otros amantes. 


En sus Memorias Voltaire escribió: "Conocí en 1733 a una joven señora que pensaba más o menos como yo, y que tomó la resolución de ir a pasar varios años al campo para cultivar su espíritu lejos del tumulto del mundo: era la señora marquesa du Châtelet, la mujer de Francia con más disposición para todas las ciencias. (..) Raramente se ha unido tanta armonía espiritual y tanto gusto con tanto ardor por instruirse; no le gustaban menos el mundo y todas las diversiones de su edad, incluido el sexo. Sin embargo lo abandonó todo para ir a sepultarse en un castillo arruinado, en la frontera de Champaña y la Lorena, en un terreno ingrato y feo".

MAG

viernes, 25 de abril de 2014

Nicolas de Condorcet

 

Marie-Jean-Antoine-Nicolas Caritat Condorcet, marqués de Condorcet, nace en Ribemont (Francia) el 17 de septiembre de 1743. Al morir prontamente su padre, fue su madre, muy religiosa, quien lo educa y viste como niña hasta los 9 años. Posteriormenete confía su educación al colegio jesuita de Reims primero, y luego al Colegio de Navarra de París, también jesuita. Buen conocedor de éstos, Condorcet los combatió más tarde con firmeza, extendiendo su batalla intelectual a todas las iglesias y religiones en general.



En el Colegio de Navarra en París Condorcet destacó por sus capacidades intelectuales y por amplitud de sus conocimientos sobre todo el campo de las matemáticas. A los 16 años, D'Alambert descubre la capacidad de análisis de Condorcet, quien pronto pasó a ser su alumno favorito. Es cuando renuncia a la carrera militar propuesta por su madre y se consagra a las matemáticas.


Entre 1767 y 1769 escribe sus primeros artículos sobre la aritmética política y el cálculo de probabilidades, que daría origen a la Estadística. En 1765, publicó su primer trabajo relacionado con las matemáticas, titulado Essai sur le calcul intégral (Ensayo sobre el cálculo integral), que tuvo una favorable acogida y disparó su carrera de matemático de prestigio. Este ensayo sería el primero de una larga serie. 
 

A los 25 años de edad experimentó su "revolución moral" y se acercó a los activos filósofos del momento: Voltaire, Diderot, Condillac y Helvecio. 
 

En 1769, con el apoyo de D'Alambert, fue elegido miembro de la Real Academia de Ciencias y más tarde lo sería también de las de Berlín, Turín, Bolonia, San Petersburgo y Filadelfia. Colaboró en la Encyclopédie (Enciclopedia llamada de Diderot), con artículos sobre matemáticas en la última etapa de la edición.


Poco después conoció y trabó amistad con el economista Turgot, que llegó a ser administrador en tiempos de Luis XV y controlador general de Finanzas durante el reinado de Luis XVI. Sus relaciones con Turgot supusieron un contacto con la política real, que le proyectó al futuro.


En 1774, Turgot nombra a Condorcet inspector general de la Moneda. A partir de ese momento, Condorcet desplaza su centro de interés desde las matemáticas hasta la filosofía y la política. Los años siguientes, se interesa por la defensa de los Derechos humanos, en particular los de las mujeres, los judíos y los negros. Recibió las ideas innovadoras que llegaban desde los recientemente constituidos Estados Unidos, y realizó en Francia propuestas de reformas políticas, administrativas y económicas.


En 1776 Turgot fue cesado en su puesto de controlador general. Condorcet decidió entonces dimitir en su puesto de inspector general de la Moneda, pero su dimisión fue rechazada y tuvo que permanecer en su puesto hasta 1791. Más adelante, Condorcet escribió la Vida de M. Turgot en donde expondrá y demostrará lo fundamentado de las teorías económicas de Turgot.


Condorcet siguió obteniendo puestos de prestigio en la administración: en 1777 fue nombrado secretario de la Academia de Ciencias y en 1782 secretario de la Academia francesa. 
 

En 1789, al estallar en Francia la Revolución, Condorcet tuvo un papel destacado, como defensor de numerosas causas liberales que esperaba permitiesen una reconstrucción racionalista de la sociedad. Tras la Toma de la Bastilla fue elegido para el Consejo Municipal de París, después de haber solicitado la implantación de la República. 
 

En 1790 se casó con Sophie de Grouchy, hermana del futuro mariscal de Grouchy, una mujer muy inteligente que le apoyó en sus relaciones sociales.


En 1791 fue elegido diputado de París en la Asamblea legislativa y designado como miembro del Comité de Instrucción Pública, en el que fue ponente del proyecto de educación nacional. Defensor del cambio social a partir de la educación, proyecta una reforma del sistema educativo que será seguida posteriormente por liberales y socialistas. Introdujo la noción básica de laicismo en la enseñanza. Incluso propuso un borrador de constitución para la nueva Francia. Llegó a ser secretario de la Asamblea.


El proyecto de Condorcet como sistema educativo de la nación tuvo como objetivo ofrecer a los hombres los medios para desarrollar sus capacidades y ejercitar sus derechos (educación de los ciudadanos); organiza el sistema educativo en niveles – primaria, secundaria, institutos, liceos y se administra a través de una Sociedad Nacional de Ciencias y Artes formada por personas sabias e instruidas; propugna la educación permanente; la gratuidad; la universalidad; la coeducación; importancia de la lengua materna (francés); defiende un currículo científico y técnico.

Las finalidades de la educación definidas por Condorcet reflejan su fe en el porvenir de una democracia capaz de asegurar la felicidad y el desarrollo de todos los individuos, así como en el progreso indefinido del espíritu humano.


Considera que la instrucción deben recibirla tanto hombres como mujeres, ya que las segundas tienen el mismo derecho que los primeros.


Proponía una instrucción educativa moral (provocando la reflexión de sus propias prácticas), mediante un trabajo conjunto en la escuela, que debía proporcionar conocimientos elementales, cívicos y éticos. Dicha instrucción se fundamentaba en la facultad racional, la tolerancia y la humanidad, pues la instrucción pública y nacional debe formar al hombre nuevo, ciudadano autónomo, responsable, lúcido, libro de ignorancia y crítico.

El instructor tenía no sólo la tarea de instruir a los niños, sino asegurar también una especie de formación continua de los adultos a los cuales les impartirá una conferencia sobre la constitución y las leyes.

En los comentarios que realiza Condorcet en sus memorias hacia los maestros, afirma que la situación de la docencia debe ser permanente, sus funciones son incompatibles con cualquier otra función habitual, así como que debe asegurarse la existencia de medios para recompensarlos por la labor que realizan.

La escuela debe basar las virtudes públicas en el espíritu crítico; en ningún caso debe convertirse en un instrumento o un lugar de adoctrinamiento ideológico, patriótico o revolucionario.


Ofrece la posibilidad de las “becas” para los alumnos más dotados. Así mismo considera una participación activa de los padres en los asuntos relacionados con la enseñanza tanto elemental como moral de los hijos.


Los cambios políticos que se produjeron y la radicalización de posturas hicieron que el proyecto no prosperase en la Asamblea Legislativa y tuviera que pasar a la Convención donde finalmente también será rechazado, pero su influencia en reformas educativas posteriores será importante, entre ellas las españolas del siglo XX. 
 

Lector de Rousseau, Condorcet muestra interés por las relaciones de poder entre clases y defiende la idea de progreso histórico contenida en el pensamiento ilustrado. Lleva a la práctica sus ideas revolucionarias, aceptando en 1792 presidir la Asamblea legislativa. Se alineó con los Girondinos. Pero Condorcet se encontró pronto en situación incómoda. Se enfrentaban dos corrientes con puntos de vista opuestos a la hora de reformar el Estado francés: los Girondinos, partidarios de una reconstrucción pacífica del país, y los Jacobinos, dirigidos por Robespierre, que propugnaban una depuración radical del pasado imperial francés. Condorcet, en contra de la pena de muerte, votó contra la ejecución de Luis XVI. 
 

Los Girondinos perdieron el control de la Asamblea en favor de los Jacobinos en 1793. El Jacobino Marie-Jean Hérault de Séchelles propuso una nueva constitución, muy distinta a la de Condorcet. Éste la criticó y fue condenado a la guillotina por traición. El 3 de octubre de 1793, se redactó una orden de arresto contra él, lo que le obligó a esconderse. Halló refugio durante cinco meses en París, en casa de Madame Vernet, donde escribió su obra más importante, Esquisse d'un tableau historique des progrès de l'esprit humain (Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano), en la que, convencido del progreso indefinido de las ciencias, afirmaba que el perfeccionamiento moral e intelectual de la humanidad puede asegurarse mediante una enseñanza bien orientada. 
 

La obra pretende ser una Historia Universal. Para realizarla, busca las Leyes del devenir histórico, ya que piensa que en cierta medida se puede conocer el futuro (esto ya lo había adelantado idealmente en el Medievo Joaquín de Fiore). Pero Condorcet se centra en el progreso como interés principal de los hombres. Estas leyes son:

  • Como ley fundamental el progreso del espíritu humano, lo que permite mejorar moral y materialmente al hombre. Este progreso viene dado a través de los conocimientos.
  • Hay una lucha entre el afán de saber y la superstición de los que pretenden conservar sus privilegios. Por lo tanto es una lucha entre sacerdotes y filósofos. Así pues, se trata de una historia agonista. A la larga se impondrán los partidarios del progreso.
  • Lo que dificulta al progreso son las desigualdades, tanto individuales como nacionales. Dice que si hay igualdad, habrá felicidad.
  • Según Condorcet, la Humanidad ha pasado por diez fases de evolución, que empiezan con unos acontecimientos decisivos. La última fase había comenzado con la Revolución francesa, que era la que permitiría el progreso. Estas fases son:

  1. Los hombres se agrupan en poblados.
  2. Descubrimiento de la ganadería.
  3. Descubrimiento de la agricultura.
  4. Invención de la escritura alfabética.
  5. División de las ciencias en Grecia.
  6. Alta Edad Media (un gran retroceso).
  7. Las cuestionables Cruzadas, que sin embargo permiten contactar con Oriente.
  8. Invención de la imprenta, como motor de civilización.
  9. Las ciencias y la filosofía modernas proponen una cosmología nueva.
  10. La visión utópica tras la Revolución francesa, de un progreso continuado.



El 25 de marzo de 1794 abandonó su escondite, convencido de que ya no se trataba de un lugar seguro y trató de huir de París. Fue detenido en la casa de Jean-Baptiste Antoine Suard en Clamart dos días más tarde, y encarcelado en Bourg-Egalité. Fue hallado muerto dos días después en su celda, víctima de un edema pulmonar. También se habló de suicidio por envenenamiento.

En Condorcet confluye el pensamiento de la Ilustración con la ideología transformadora de Rousseau, siendo uno de los mejores representantes del pensamiento revolucionario francés.

Sus ideas económicas se basan fundamentalmente en la doctrina de Turgot, mientras que en filosofía anticipa las teorías de Auguste Comte. 


En 1989, con motivo de la celebración del bicentenario de la Revolución francesa, en presencia de François Mitterand, presidente de la República, las cenizas de Condorcet fueron trasladadas de modo simbólico al Panteón de París. Asimismo se inició una honda reivindicación de la figura de Condorcet: se hicieron congresos, se publicó la enorme biografía de los Badinter (Condorcet, un intellectuel en politique), y se vio en él una figura capital para el desarrollo europeo. Asimismo, pese a que no existan muchas traducciones, tuvo eco en la historia de España, desde las cortes de Cádiz, en que se apeló a sus ideas constitucionales, hasta la II República donde pesó en las reformas de la enseñanza. 

MAG 

domingo, 13 de abril de 2014

La hija de Galileo



Persiguiendo, como en la mayoría de las entradas anteriores, aportar los rasgos biográficos de aquellos personajes que constituyeron hitos en la civilización horizontal, he encontrado un libro que había leído hace años, y que estoy releyendo ahora, en el  que se desvela en una forma singular la vida de Galileo Galilei.

Titulado 'La hija de Galileo' es una inusual biografía que se lee como una novela. Su principal rasgo distintivo es que utiliza como fuentes las cartas que le envió su hija, monja de clausura desde los trece años, y que Dava Sobel ha traducido al inglés por primera vez, consiguiendo un libro originalísimo y de gran fuerza: una biografía diferente de cualquiera de las que se han escrito sobre un hombre al que Einstein (y el Profesor Abella)  calificó como el padre de toda la ciencia moderna.

El original inglés  'Galileo's Daughter' está editado por Penguin Books en el año 2000. Existe una versión publicada el año anterior en Walker Publishing Company, Inc. La versión en lengua española está descatalogada  en La Casa del Libro.

MAG