Marie-Jean-Antoine-Nicolas
Caritat Condorcet, marqués de Condorcet, nace en Ribemont (Francia)
el 17 de septiembre de 1743. Al morir prontamente su padre, fue su
madre, muy religiosa, quien lo educa y viste como niña hasta los 9
años. Posteriormenete confía su educación al colegio jesuita de
Reims primero, y luego al Colegio de Navarra de París, también
jesuita. Buen conocedor de éstos, Condorcet los combatió más tarde
con firmeza, extendiendo su batalla intelectual a todas las iglesias
y religiones en general.
En
el Colegio de Navarra en París Condorcet destacó por sus
capacidades intelectuales y por amplitud de sus conocimientos sobre
todo el campo de las matemáticas. A los 16 años, D'Alambert
descubre la capacidad de análisis de Condorcet, quien pronto pasó a
ser su alumno favorito. Es cuando renuncia a la carrera militar
propuesta por su madre y se consagra a las matemáticas.
Entre
1767 y 1769 escribe sus primeros artículos sobre la aritmética
política y el cálculo de probabilidades, que daría origen a la
Estadística. En 1765, publicó su primer trabajo relacionado con las
matemáticas, titulado Essai
sur le calcul intégral
(Ensayo
sobre el cálculo integral), que
tuvo una favorable acogida y disparó su carrera de matemático de
prestigio. Este ensayo sería el primero de una larga serie.
A
los 25 años de edad experimentó su "revolución moral" y
se acercó a los activos filósofos del momento: Voltaire, Diderot,
Condillac y Helvecio.
En
1769, con el apoyo de D'Alambert, fue elegido miembro de la Real
Academia de Ciencias y más tarde lo sería también de las de
Berlín, Turín, Bolonia, San Petersburgo y Filadelfia. Colaboró en
la Encyclopédie
(Enciclopedia
llamada de Diderot), con artículos sobre matemáticas en la última
etapa de la edición.
Poco
después conoció y trabó amistad con el economista Turgot, que
llegó a ser administrador en tiempos de Luis XV y controlador
general de Finanzas durante el reinado de Luis XVI. Sus relaciones
con Turgot supusieron un contacto con la política real, que le
proyectó al futuro.
En
1774, Turgot nombra a Condorcet inspector general de la Moneda. A
partir de ese momento, Condorcet desplaza su centro de interés desde
las matemáticas hasta la filosofía y la política. Los años
siguientes, se interesa por la defensa de los Derechos humanos, en
particular los de las mujeres, los judíos y los negros. Recibió las
ideas innovadoras que llegaban desde los recientemente constituidos
Estados Unidos, y realizó en Francia propuestas de reformas
políticas, administrativas y económicas.
En
1776 Turgot fue cesado en su puesto de controlador general. Condorcet
decidió entonces dimitir en su puesto de inspector general de la
Moneda, pero su dimisión fue rechazada y tuvo que permanecer en su
puesto hasta 1791. Más adelante, Condorcet escribió la Vida
de M. Turgot
en donde expondrá y demostrará lo fundamentado de las teorías
económicas de Turgot.
Condorcet
siguió obteniendo puestos de prestigio en la administración: en
1777 fue nombrado secretario de la Academia de Ciencias y en 1782
secretario de la Academia francesa.
En
1789, al estallar en Francia la Revolución, Condorcet tuvo un papel
destacado, como defensor de numerosas causas liberales que esperaba permitiesen
una reconstrucción racionalista de la sociedad. Tras la Toma de la
Bastilla fue elegido para el Consejo Municipal de París, después de
haber solicitado la implantación de la República.
En
1790 se casó con Sophie de Grouchy, hermana del futuro mariscal de
Grouchy, una mujer muy inteligente que le apoyó en sus relaciones
sociales.
En
1791 fue elegido diputado de París en la Asamblea legislativa y
designado como miembro del Comité de Instrucción Pública, en el
que fue ponente del proyecto de educación nacional. Defensor del
cambio social a partir de la educación, proyecta una reforma del
sistema educativo que será seguida posteriormente por liberales y
socialistas. Introdujo la noción básica de laicismo en la
enseñanza. Incluso propuso un borrador de constitución para la
nueva Francia. Llegó a ser secretario de la Asamblea.
El
proyecto de Condorcet como sistema educativo de la nación tuvo como
objetivo ofrecer a los hombres los medios para desarrollar sus
capacidades y ejercitar sus derechos (educación de los ciudadanos);
organiza el sistema educativo en niveles – primaria, secundaria,
institutos, liceos y se administra a través de una Sociedad Nacional
de Ciencias y Artes formada por personas sabias e instruidas;
propugna la educación permanente; la gratuidad; la universalidad; la
coeducación; importancia de la lengua materna (francés); defiende
un currículo científico y técnico.
Las finalidades de la educación definidas por Condorcet reflejan su fe en el porvenir de una democracia capaz de asegurar la felicidad y el desarrollo de todos los individuos, así como en el progreso indefinido del espíritu humano.
Considera
que la instrucción deben recibirla tanto hombres como mujeres, ya
que las segundas tienen el mismo derecho que los primeros.
Proponía una instrucción educativa moral (provocando la reflexión de sus propias prácticas), mediante un trabajo conjunto en la escuela, que debía proporcionar conocimientos elementales, cívicos y éticos. Dicha instrucción se fundamentaba en la facultad racional, la tolerancia y la humanidad, pues la instrucción pública y nacional debe formar al hombre nuevo, ciudadano autónomo, responsable, lúcido, libro de ignorancia y crítico.
El instructor tenía no sólo la tarea de instruir a los niños, sino asegurar también una especie de formación continua de los adultos a los cuales les impartirá una conferencia sobre la constitución y las leyes.
En los
comentarios que realiza Condorcet en sus memorias hacia los maestros,
afirma que la situación de la docencia debe ser permanente, sus
funciones son incompatibles con cualquier otra función habitual, así
como que debe asegurarse la existencia de medios para recompensarlos por la labor que
realizan.
La escuela debe basar las virtudes públicas en el espíritu crítico; en ningún caso debe convertirse en un instrumento o un lugar de adoctrinamiento ideológico, patriótico o revolucionario.
Ofrece la posibilidad de las “becas” para los alumnos más dotados. Así mismo considera una participación activa de los padres en los asuntos relacionados con la enseñanza tanto elemental como moral de los hijos.
Los cambios políticos que se produjeron y la radicalización de posturas hicieron que el proyecto no prosperase en la Asamblea Legislativa y tuviera que pasar a la Convención donde finalmente también será rechazado, pero su influencia en reformas educativas posteriores será importante, entre ellas las españolas del siglo XX.
Lector
de Rousseau, Condorcet muestra interés por las relaciones de poder entre
clases y defiende la idea de progreso histórico contenida en el
pensamiento ilustrado. Lleva a la práctica sus ideas
revolucionarias, aceptando en 1792 presidir la Asamblea
legislativa. Se alineó con los Girondinos. Pero Condorcet se
encontró pronto en situación incómoda. Se enfrentaban dos
corrientes con puntos de vista opuestos a la hora de reformar el
Estado francés: los Girondinos, partidarios de una reconstrucción
pacífica del país, y los Jacobinos, dirigidos por Robespierre, que
propugnaban una depuración radical del pasado imperial francés.
Condorcet, en contra de la pena de muerte, votó contra la ejecución
de Luis XVI.
Los
Girondinos perdieron el control de la Asamblea en favor de los
Jacobinos en 1793. El Jacobino Marie-Jean Hérault de Séchelles
propuso una nueva constitución, muy distinta a la de Condorcet. Éste
la criticó y fue condenado a la guillotina por traición. El 3 de
octubre de 1793, se redactó una orden de arresto contra él, lo que
le obligó a esconderse. Halló refugio durante cinco meses en París,
en casa de Madame Vernet, donde escribió su obra más importante, Esquisse d'un tableau historique des progrès de l'esprit humain (Bosquejo
de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano), en la
que, convencido del progreso indefinido de las ciencias, afirmaba que
el perfeccionamiento moral e intelectual de la humanidad puede
asegurarse mediante una enseñanza bien orientada.
La
obra pretende ser una Historia Universal. Para realizarla, busca las
Leyes del devenir histórico, ya que piensa que en cierta medida se
puede conocer el futuro (esto ya lo había adelantado idealmente en
el Medievo Joaquín de Fiore). Pero Condorcet se centra en el
progreso como interés principal de los hombres. Estas leyes son:
- Como ley fundamental el progreso del espíritu humano, lo que permite mejorar moral y materialmente al hombre. Este progreso viene dado a través de los conocimientos.
- Hay una lucha entre el afán de saber y la superstición de los que pretenden conservar sus privilegios. Por lo tanto es una lucha entre sacerdotes y filósofos. Así pues, se trata de una historia agonista. A la larga se impondrán los partidarios del progreso.
- Lo que dificulta al progreso son las desigualdades, tanto individuales como nacionales. Dice que si hay igualdad, habrá felicidad.
- Según Condorcet, la Humanidad ha pasado por diez fases de evolución, que empiezan con unos acontecimientos decisivos. La última fase había comenzado con la Revolución francesa, que era la que permitiría el progreso. Estas fases son:
- Los hombres se agrupan en poblados.
- Descubrimiento de la ganadería.
- Descubrimiento de la agricultura.
- Invención de la escritura alfabética.
- División de las ciencias en Grecia.
- Alta Edad Media (un gran retroceso).
- Las cuestionables Cruzadas, que sin embargo permiten contactar con Oriente.
- Invención de la imprenta, como motor de civilización.
- Las ciencias y la filosofía modernas proponen una cosmología nueva.
- La visión utópica tras la Revolución francesa, de un progreso continuado.
El
25 de marzo de 1794 abandonó su escondite, convencido de que ya no
se trataba de un lugar seguro y trató de huir de París. Fue
detenido en la casa de Jean-Baptiste Antoine Suard en Clamart dos
días más tarde, y encarcelado en Bourg-Egalité. Fue hallado muerto
dos días después en su celda, víctima de un edema pulmonar.
También se habló de suicidio por envenenamiento.
En Condorcet confluye el pensamiento de la Ilustración con la ideología transformadora de Rousseau, siendo uno de los mejores representantes del pensamiento revolucionario francés.
Sus ideas económicas se basan fundamentalmente en la doctrina de Turgot, mientras que en filosofía anticipa las teorías de Auguste Comte.
En
1989, con motivo de la celebración del bicentenario de la Revolución
francesa, en presencia de François Mitterand, presidente de la
República, las cenizas de Condorcet fueron trasladadas de modo
simbólico al Panteón de París. Asimismo se inició una honda
reivindicación de la figura de Condorcet: se hicieron congresos, se
publicó la enorme biografía de los Badinter (Condorcet,
un intellectuel en politique),
y se vio en él una figura capital para el desarrollo europeo.
Asimismo, pese a que no existan muchas traducciones, tuvo eco en la
historia de España, desde las cortes de Cádiz, en que se apeló a
sus ideas constitucionales, hasta la II República donde pesó en las
reformas de la enseñanza.
MAG
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