jueves, 27 de febrero de 2014

Pico della Mirandola, una de las figuras centrales del humanismo



Giovanni Pico dei conti della Mirandola e della Concordia, conocido como Pico della Mirandola, aunque prefería ser llamado Conde de la Concordia, nació el 24 de febrero de 1463 en Mirandola, cerca de Módena, en el seno de una poderosa familia noble emparentada con los Sforza y los Gonzaga.



En su juventud estudió derecho canónico en Bolonia, letras en Ferrara y filosofía en Padua, donde en un ambiente aristotélico y averroísta, conoce a Elia del Medigo.



Ese mismo año hace un breve viaje a Florencia, allí entra en contacto con Marsilio Ficino, traductor de Platón al latín, con Angelo Poliziano, traductor de la Ilíada, y con el poeta Girolamo Benivieni.



Estudia Teología en la Sorbona y regresa más tarde a Mirandola. Allí se hace muy amigo del fraile predicador Girolamo Savonarola.



Entre 1482 y 1483 recibe en Pavía un curso de Retórica y de Lógica matemática inspirado en la tradición ockhamista de Oxford. En 1484 fija su residencia en Florencia donde formó parte de la Nuova Accademica Platonica.



Dotado de una inteligencia precoz y de prodigiosa memoria (dicen las crónicas que era capaz de recitar 'la Divina Comedia' al revés, comenzando los versos desde el final), pudo formarse rápidamente una cultura muy amplia, que incluía el conocimiento de las lenguas latina, hebrea, árabe, griega y aramea.


En verano de 1486 estalla la peste en Perugia y se traslada a Fratta donde acaba su obra principal, Conclusiones philosophicae, cabalisticae et theologicae, y compone la Oratio, que se publicarán a final de año. En pleno auge del Renacimiento llega a Roma y es bien acogido por el papa Inocencio VIII a quien convence para que convoque un “concilio” filosófico internacional, una suerte de gran debate entre todos los sabios de la época sobre cuestiones filosóficas, cosmológicas y teológicas.



Con la intención de demostrar la verdadera naturaleza del cristianismo, considerándolo como el punto de confluencia de todas las tradiciones filosóficas anteriores, incluidas la filosofía griega, la astrología, la cábala y la magia, presenta las 900 tesis de sus Conclusiones, que fueron combatidas duramente por la curia romana. Aunque le aprueban inicialmente nada más ni nada menos que 887 de sus tesis, trece de esas tesis fueron consideradas "sospechosas de herejía". El papa las vinculó con la magia cabalística y el 13 de marzo de 1487 prohibió seguir adelante con el debate e instituye una Comisión pontificia compuesta por dieciséis miembros y presidida por el obispo de Tournai, J. Monissart.



Pico della Mirandola no tuvo mejor idea que escribir una Apología en la cual defendía esas tesis cuestionadas, lo que los doctores eclesiásticos consideraron un acto de soberbia y obstinación. Juzgado y condenado por herejía, el papa prohíbe todas las tesis y ordena destruir las copias.



Pico della Mirandola fue excomulgado y huyó a Francia, donde en febrero de 1488 es detenido y conducido a la cárcel de Vincennes. Liberado tres meses más tarde gracias a los buenos oficios de los Medici, de los Gonzaga y de los Sforza que obtienen del papa Alejandro VI una primera absolución, se traslada a Florencia donde Lorenzo el Magnífico de Medici, le cede la Villa Querceto para que fije su residencia.



Pico della Mirandolla participa activamente en la Academia de Ficino y publica el Heptaplus, relato místico de la creación del universo, en el que bucea sobre el Génesis buscando desentrañar sus significados más recónditos, y De ente et uno, una crítica al platonismo de Ficino. Viaja a Venecia con Poliziano con el fin de conseguir libros para la biblioteca de los Medici. A finales de año, renuncia al principado de Mirandola y vende sus cuantiosos bienes y a su parte del principado familiar y se entregó a un profundo fervor religioso. Viajó por toda Italia como mendicante hasta que en 1493, el papa Alejandro VI lo absolvió definitivamente de cualquier imputación de herejía y lo admitió de nuevo en la Iglesia católica. Pico della Mirandola, sin embargo, no abjuró de ninguna de sus tesis. Ingresó en la Orden de los Dominicos, cuyos hábitos llegó a vestir poco antes de su muerte. Se construye una villa en Corbola, cerca de Ferrara.



En septiembre de 1493 redacta el testamento dejando los bienes inmuebles al hospital de Santa Maria Nova de Florencia y la biblioteca a su sobrino Anton Maria.

Falleció en Florencia el 17 de noviembre de 1494 tras ser envenenado por su secretario a la edad de 31 años.



Por sus tesis sobre la superioridad y el protagonismo del hombre en el universo y sobre la libertad de la conciencia y la voluntad humana, el escritor y filósofo italiano Pico della Mirandola es considerado una de las figuras centrales del humanismo.

En las Conclusiones, clara muestra de su enorme erudición, plasmó los dos motivos capitales de su filosofía: la íntima concordancia de las principales expresiones filosóficas y religiosas del pensamiento, y la concepción del universo compuesto por tres órdenes de realidad: el mundo intelectual, de Dios y de los ángeles, el mundo de las esferas celestes y el mundo sublunar. El hombre, como centro del universo, es un microcosmos que participa de las tres órdenes y que gracias a su total libertad puede crearse su propia condición.

Pretendía con sus Conclusiones promover un debate público, en el que deberían haber participado los hombres más eruditos de su tiempo, sobre los principales problemas filosóficos y teológicos. El célebre "Discurso sobre la dignidad del hombre", texto escrito como introducción a las Conclusiones, ha sido definido como el manifiesto del pensamiento renacentista.

En Pico della Mirandola se entrecruzan la Escolástica y la Modernidad, la Religión y la Filosofía, la Retórica y la Ciencia, la nostalgia caballeresca y el honor nobiliario. Pero es un cupidus explorator, como él mismo se autodenomina, un amante de la verdad y un incansable defensor de la concordia de los saberes. Eugenio Garin, uno de sus comentadores más importantes, califica su obra como un «canto de paz» en los albores de la modernidad, un intento de síntesis entre la pia philosophia y la docta religio.


Pico della Mirandola pertenece a ese humanismo creador del siglo XV porque tuvo la osadía de presentar en Roma 900 tesis para ser debatidas. Porque con la Oratio, que debía introducir las tesis, fue capaz de trasladar el humanismo filosófico y retórico al plano metafísico del hombre creador. Porque llevó a cabo en su Heptaplus toda una reinterpretación cosmológica del Génesis. Porque denunció en una inmortal carta a su amigo Ermolao Barbaro los excesos de la retórica hueca. Porque disputó contra las falsas doctrinas astrológicas en sus Disputationes adversus astrologiam divinatricem. Porque buscó incesantemente la “paz filosófica” y la “concordia religiosa” en el De ente et uno. Porque supo compartir, como pone de manifiesto su Commento ai Salmi y su Commento al Pater Noster, los intereses mundanos con la interioridad profunda de la fe. Porque, en definitiva, resucitó el eterno tema del amor con singular belleza en su Commento alla Canzone d'amore. Por todo ello, no es de extrañar que Tomás Moro considerara a Pico della Mirandola paradigma del hombre moderno.

El Renacimiento como tránsito entre la edad Media y la Modernidad posee un carácter crítico con la primera y propedéutico respecto a la segunda. Más incluso que una época, el Renacimiento son unos hombres: Petrarca, Ficino, Leonardo, Poliziano, Nicolás de Cusa, Erasmo… que crearon una nueva atmósfera, en la cual respiró Giovanni Pico della Mirandola.



Pico della Mirandola, junto a otros hombres del Renacimiento, está entre dos mundos, entre la tradición y la novedad, en el umbral de dos épocas. Gracias a su juventud pudo soportar la vertiginosa velocidad de cambio que le impuso su época. Vivió deprisa y pensó con urgencia. Y dejó como testamento nuevos planteamientos llenos de posibilidades.

Pero Pico de la Mirandola fue ante todo un verdadero amante de la sabiduría, un auténtico filósofo que se percató de la crisis filosófica que, a pesar de una gran actividad intelectual y cultural, estaba padeciendo su época, donde se libraba la batalla entre dos grandes sistematizaciones: la de Tomás de Aquino y la de Escoto. El tomismo, que representaba la gran síntesis filosófica del pensamiento medieval cristiano, perdió vigencia al enfrentarse con las tesis escotistas. Las dos escuelas entablaron un violento combate que hizo explosionar la mansión filosófica. El Renacimiento, entonces, se fue modelando a partir de las cenizas de la batalla tardomedieval. Surgieron multitud de escuelas que no pudieron encontrar cimientos firmes y cuya esperanza de vida era proporcional a su fragilidad. Pico de la Mirándola pudo ser el hombre que sacara a la época de la crisis, pues como él mismo confiesa no se ha puesto a «
filosofar por otra causa sino por el filosofar mismo, ni esperar o buscar de mis estudios y de mis elucubraciones otra recompensa o fruto que el cultivo del espíritu y el conocimiento de la verdad, siempre y en alto grado deseada».



MAG

sábado, 22 de febrero de 2014

Dos reinas de Inglaterra: Leonor de Aquitania y Berenguela de Navarra

A sugerencia de algunas compañeras, subo hoy al blog a Leonor de Aquitania, quien encarna tanto la leyenda como el personaje histórico dibujando todos los rasgos de la civilización occidental del siglo XII, un período en que las mutaciones fueron tan radicales que llevaron a un cambio completo del rumbo de la sociedad. El medio cultural que rodeó a Leonor durante su infancia y adolescencia explica todo el interés que ella manifestó más tarde por las artes y las letras así como el desarrollo de una inteligencia extraordinaria. 
 

Acompañaré este breve relato de la vida de Leonor con las aventuras y desventuras de su nuera Berenguela, Infanta de Navarra y Reina de Inglaterra.


Leonor de Aquitania (Aliénor d’Aquitaine, Éléonore de Guyenne o Eleanor of Aquitaine), Reina de Francia y de Inglaterra (ca. 1122 - Fontevrault, 1204), fue la primogénita de Aenor de Chatellerault y Guillermo X, duque de Aquitania, quien se encargó de educarla en el arte de leer y escribir, la cetrería, la caza y la estrategia militar, tal y como se educaría a un varón y no a una mujer.


A la muerte de Guillermo X, cuando Leonor sólo contaba con 13 años, se convierte en la heredera del condado de Poitiers y del Ducado de Gascuña y Aquitania, un territorio extensísimo que llegaba hasta los Pirineos y de la que su padre se encargó que sólo pudiese ser heredada por sus descendientes directos y nunca pasase a manos de sus maridos. 
 

A la temprana edad de 15 años, Leonor se casa con el rey Luis VII de Francia, tan sólo un año mayor que ella, aportando a éste como dote Guyena, Gascuña y Poitose. Cuando llega a su nuevo hogar descubre que las costumbres son radicalmente distintas: la corte es fría, austera, sin trovadores ni poesía caballeresca. Leonor procede de una de las cortes más cultivadas y exquisitas de Europa, donde se ha inventado la cortesía, el amor romántico y la poesía provenzal. El abuelo de Leonor, el famoso duque Guillermo IX, llevaba con orgullo el sobrenombre de 'El Trovador'. La corte francesa en cambio es aburrida y mojigata, el rey Luis VII se deja dominar por el abate Suger, inspirador del arte gótico en la iglesia de St-Denis (Ver entrada en este 'blog' del 8 de noviembre 2013).


Leonor intenta llenar ese vacío de la corte francesa con juglares que recoge y que son considerados por muchos, tal vez por desconocimiento sobre quiénes eran y qué hacían, como una ofensa, aunque esto no es más que el intento de copiar el ambiente que ella había vivido desde pequeña en su casa. Leonor continúa de esta forma la tradición familiar (a su abuelo Guillermo IX se le atribuyen los versos más antiguos encontrados en el reino de Francia, escritos en lengua de oc) de proteger y ayudar a la poesía trovadoresca tanto en Francia como en Inglaterra. 
 

Según las crónicas, Leonor acompaña a su esposo a la segunda cruzada. Durante el trayecto a Tierra Santa, Leonor se deslumbra en Constantinopla y también comienza a fragmentarse su matrimonio. Se le acusa de adulterio, sin pruebas, y bajo estas circunstancias Leonor solicita el divorcio ante el Papa arguyendo un parentesco con su esposo. Luis VII anuló el matrimonio en 1152.


Leonor se casó enseguida con el duque de Normandía y de Anjou, Enrique Plantagenet, de 19 años, físicamente rudo y viril, que era todo lo contrario a Luis VII. Dos años más tarde Enrique de Anjou es coronado rey de Inglaterra como Enrique II. De esta manera pasaron a la Corona inglesa los feudos franceses de Aquitania, redondeando un extenso reino angevino a ambos lados del canal de La Mancha; este dominio inglés sobre la mitad occidental de Francia sería el origen del prolongado conflicto entre las dos Coronas, conocido como la Guerra de los Cien Años (1339-1453). 
 

El segundo matrimonio de Leonor estuvo marcado por la infidelidad de su marido, que movió a la reina a separarse de él y establecerse en Poitiers, no sin antes haber intentado envenenar a la amante del rey. En Poitiers reúne a toda una corte de artistas, poetas y músicos llegados de todas partes y la cual influirá notablemente en la literatura europea. Desde allí fomentó la fracasada rebelión de sus hijos contra Enrique II (1173), que éste castigó haciéndola prisionera del Rey durante 16 años, conducida y vigilada de castillo en castillo hasta que finalmente la hace internar en un convento. 
 

A la muerte de Enrique II, Leonor de Aquitania fue liberada por su hijo Ricardo Corazón de León, nuevo rey de Inglaterra (1189). Leonor fue incluso nombrada regente durante la ausencia de Ricardo por la Tercera Cruzada (1190-92) y vivió para ver a un segundo hijo suyo -Juan sin Tierra- en el Trono de Inglaterra (1199). Además, Leonor de Aquitania desea asegurar para su hijo Ricardo las fronteras del territorio de su nombre con el vecino reino de Navarra.



En 1177 Sancho el Fuerte había organizado unas justas en la Corte de Navarra (en Pamplona o en Tudela) a las que fue invitado Ricardo Corazón de León. Allí conoció a la jovencísima Berenguela (Berengaria en inglés, Bérengère en francés), hija mayor del rey Sancho VI 'el Sabio' de Navarra y de Sancha (Beatriz) de Castilla. Tanta fue la mella que causó Berenguela en el espíritu de Ricardo, trovador y amigo de poetas, que le dirigió "versos inflamados" de ardiente amor. Desde ese momento Ricardo se sintió cautivado por la belleza de Berenguela, pero su compromiso con la bella y delicada Aélis (Alicia) de Francia le impidió pedir su mano.



El recuerdo del lance en la Corte de Navarra motivó que Leonor, madre del futuro rey de Inglaterra, forjara, sin embargo, el matrimonio de su hijo con la Infanta de Navarra. Por otra parte, entre Ricardo Plantagenet y Sancho el Fuerte, el bravo hermano de Berenguela, existía una ferviente relación de amistad desde su juventud. El padre y el hermano de Berenguela eran célebres por su habilidad y autoridad en la poesía provenzal; ella misma era una princesa docta. Y como Ricardo, además de poeta, como regente de Aquitania era el príncipe y juez de todos los trovadores, fue natural que terminara por establecer vínculos de amistad con una familia cuyos gustos y aficiones eran similares a los suyos.



Cuando se anunció el compromiso, Berenguela embarca hacia Creta, a donde Ricardo se había dirigido para tomar parte en la Tercera Cruzada. Quiso el azar que el barco en el que había embarcado Berenguela y sus damas de compañía, se alejara del resto de la flota por una tormenta, yendo a parar a la Isla de Chipre, donde el rey de la isla, Isaac Commenon, las apresó y pidió un rescate por ellas. Cuando Ricardo conoce tal circunstancia toda la flota partió en su busca y las encontraron 20 días más tarde en Limassol, al sur de Chipre. El rey Isaac había capturado a muchos de los náufragos y Ricardo le exigió su liberación. Éste lo haría si no lo castigaba con hierros, es decir, si no lo encadenaba. Ricardo cumplió: le puso unas cadenas de plata. Luego se apoderó de Chipre, que permanecería en poder de los Cruzados hasta 1571.

Ya nada impedía la boda, así que el 12 de mayo de 1191 Ricardo y Berenguela se casaron en la Iglesia de San Jorge de Limassol. La celebración fue grandiosa y cuentan las crónicas que "las fiestas de aquella gran boda que acaecieron en la idílica isla de Chipre, morada de Afrodita, diosa del amor, duraron tres días. La bahía de Limassol, con la flota inglesa engalanada y un espléndido sol de primavera que resaltaba los vivos colores de la naturaleza, ofrecía un marco inigualable". La reina Berenguela llevaba una amplia mantilla española que cubría sus dos largas trenzas rubias. Su esbelta figura de proporciones admirables, vestida de blanco, destacaba por su elegancia y escultural perfección. El rey Ricardo, alto, rubio, fuerte, iba montado en un soberbio corcel español y sobre su reluciente armadura lucía una fina capa de plata adamascada. Se cubría con un sombrero color escarlata y llevaba espuelas de oro. La empuñadura de su espada era de plata con piedras preciosas y en la grupa del caballo habían colocado dos figuras de pequeños leones dorados, con sus garras levantadas y en posición de mutuo enfrentamiento. No en vano las crónicas afirman que Ricardo "modelo perfecto de gracia varonil y militar, parecía un radiante Marte".

Pero la historia no acaba aquí, ya que restan algunas desdichas. El 1 de junio, Berenguela, acompañada de su cuñada Juana y de la hija del rey Isaac de Chipre, que había entrado a su servicio, partieron a Palestina. Allí, a pesar de todas las afrentas, Felipe Augusto, rey de Francia y hermano de Alicia, la recibió como un caballero y se dice que él mismo la llevó en sus brazos desde la barca a la playa para que no se mojase los pies.

Durante la Cruzada, las cosas no fueron bien. Los soldados de ambos reyes no se ponían de acuerdo. Así que el rey de Francia abandonó la empresa. Durante un tiempo, la guerra se paralizó. El campamento de la ciudad de Acre, donde estaban refugiados los Cruzados se había convertido en un gran prostíbulo. Cuentan las crónicas musulmanas que "las mujeres maquilladas, pintadas, deseables, atractivas, osadas y ardientes, con voces nasales y muslos bien torneados ofrecían sus cuerpos al placer. Eran el blanco de las ansías de los guerreros y con su servicio detenían la acción de las lanzas y el choque de los escudos…"

Finalmente el ejercito inglés logra aproximarse a 20 kilómetros de Jerusalén pero no pudo tomar la ciudad ante su inferioridad numérica. Ricardo opta por lograr una honrosa paz el 1 de septiembre de 1192. Ricardo y Bernguela deciden regresar a Inglaterra por diferentes caminos. Primero marchó hacia Roma Berenguela, con Juana y la princesa chipriota, donde permanecerían meses. Ricardo, que partió después y había desembarcado para evitar las naves venecianas, fue capturado por el duque de Austria y encarcelado, reclamando un rescate de 150.000 marcos de oro.

La reina partió luego a Marsella donde su primo Alfonso II de Aragón la recibió y le dio protección para recorrer sus territorios, acompañada por Ramón de San Gil, conde de Tolosa, quien acabó enamorándose de Juana, ex-reina de Sicilia y hermana de Ricardo, con lo que llegó por fin la paz entre Aquitania y el condado de Tolosa. El 17 de enero de 1194, no sin antes haber recibido gran parte del rescate, el duque de Austria liberó a Ricardo, quien había pasado 1 año, 6 semanas y tres días cautivo. Según lo pactado, la princesa chipriota fue entregada a su familiar el duque de Austria.

Ricardo regresó a Inglaterra el 14 de marzo de 1194. En su ausencia la anciana reina Leonor había velado por sus intereses. Posteriormente, tuvo que enfrentarse en Francia con Felipe Augusto. En esta nueva guerra su cuñado Sancho el Fuerte le ayudó con frecuencia, a pesar de que el matrimonio vivía ya separado.

Los ingleses querían conocer a su reina, Berenguela, a la que habían idolatrado. Ello se desprende de las crónicas de la época, que achacan este cambio de actitud de Ricardo hacia su amada a la renovada amistad con amigos libertinos y despreciables que fueron compañeros suyos durante su larga soltería. Otros hablan, sin embargo, de la esterilidad de la reina como causa fundamental del abandono de Berenguela por parte de Ricardo. Un día un ermitaño se enfrentó al rey y le reprochó su conducta con Berenguela. Esto le hizo reflexionar y en diciembre de 1195, en la ciudad de Poitiers, los dos se reencontraron y ya no se separarían.

Además en ese año, se devolvió a Alicia a su hermano, lo que permitió la paz temporal. Pero la guerra se reanudó hasta la paz de enero de 1196. Ricardo habían logrado rodear Francia con una estrecha red de alianzas, pero una flecha disparada a traición acabó con su vida el 7 de abril de 1199 cuando tenía 42 años, en el asedio a Chaluz. Su hijo bastardo, Felipe de Cognac, vengaría su muerte matando al vizconde de Limoges.

En el año 1200, cercana ya a los 80, Leonor tiene energías para venir a España, a buscar una infanta castellana para casarla con su nieto francés. Elige a Blanca de Castilla, que será madre de San Luis, rey de Francia.


Finalmente Leonor se retira a Fontevraud, una abadía que goza de su especial favor. En Fontevraud rige una especialísima norma: es una abadía mixta de monjes y monjas, pero la autoridad máxima reside en la madre abadesa. El sitio adecuado para convertirse en lugar de eterno reposo de Leonor de Aquitania, que toda su vida mandó sobre hombres. Más de 80 años tenía la reina Leonor cuando murió, el 1 de abril de 1204. Poco tiempo había podido estar tranquila en su corte de Poitiers donde seguramente falleció. Su cuerpo descansa en la abadía de Fontevraud.


Berenguela de Navarra, que atendió a Ricardo Corazón de León mientras estaba moribundo, tuvo que soportar terribles penas a partir de entonces. Los que podían ser sus mejores apoyos, su amiga Juana, ahora condesa de Tolosa, y su hermana Blanca, casada con Teobaldo de Champagne, murieron de sobreparto. El hijo de esta última instauraría en Navarra la dinastía de los Champaña, con el nombre de Teobaldo I.

Con sólo 29 años, Berenguela se había quedado sola, sin seres queridos y se refugió en la abadía de Espán, en la ciudad de Le Mans. Durante años reclamó sus derechos y rentas en Francia e Inglaterra, hasta que en 1216, al contratar como habilitados suyos a los Templarios, terminó con sus dificultades económicas. Esta gran navarra, reina de Inglaterra, sin haber estado nunca allí, gran dama de los más insignes caballeros de la Edad Media, murió en 1230, a los 60 años, y fue enterrada en la abadía de Espán.

Su marido Ricardo Corazón de León fue enterrado junto a su madre, Leonor de Aquitania, en la abadía de Fontevraud. Todo un símbolo. Ricardo pasaría a la historia como hombre de un valor indomable y de una espantosa crueldad –Corazón de León– pero es también uno de los pocos reyes medievales reputado como homosexual. Hijo mimado de madre dominante y enérgica, que detesta a las mujeres porque no ha sido capaz de liberarse de la influencia materna.

MAG


domingo, 16 de febrero de 2014

Nicolás de Oresme, el Einstein francés del siglo XIV



Nicolás de Oresme (en francés Nicole d'Oresme) es uno de los principales artífices de la renovación medieval, previa a la revolución científica moderna del siglo XVII. Fue un genio intelectual y probablemente el pensador más original del siglo XIV como economista, matemático, físico, astrónomo, teólogo, filósofo, psicólogo y musicólogo. Se le conoce como el Einstein francés de su siglo que tuvo la capacidad añadida de popularizar las ciencias.

Nació hacia 1325 cerca de Caen, en Normandía. Siendo Maestro en Artes y Maestro de la nación normanda, entró como becario en el Colegio de Navarra, adscrito a la Universidad de París, en 1348 para estudiar Teología, alcanzando el doctorado en 1356, con lo que accedió a ser Gran Maestre del Colegio. En esa época debió redactar muchos de sus tratados, que le atrajeron la atención de la familia real, con la que desde entonces estuvo estrechamente relacionado. Hubo de abandonar su designación como archidiácono de Bayeux en 1361, porque el Parlamento de París dictaminó que ese cargo no era compatible con su calidad de Gran Maestre del Colegio de Navarra. Fue nombrado canónigo de Rouen en 1362, y al año siguiente canónigo de la Sainte-Chapelle, lo que le permitió continuar enseñando en la Universidad de París. El 18 de marzo de 1364 fue decano del Capítulo catedral de Rouen. Desde 1369 hasta 1377 compuso sus comentarios a la Ética, la Política y el De Caelo de Aristóteles; además de su interés filosófico y científico, tradujo al francés, por encargo del rey Carlos (Charles le Sage), las versiones completas de obras de Aristóteles. En 1377, por iniciativa del rey, fue nombrado obispo de Lisieux, cargo que mantuvo hasta que murió el 11 de julio de 1382.  


Los ámbitos a los que Oresme aportó trabajos originales son las matemáticas, la física matemática, la musicología, la cosmología, el método científico, la lucha contra la astrología y la economía. Se le considera además uno de los fundadores del lenguaje científico francés y de la prosa francesa en general.

Las aportaciones matemáticas de Oresme se encuentran principalmente en sus obras De proportionibus proportionum, Quaestiones super geometriam Euclidis y Algoritmus proportionum . En la base de esas aportaciones se encuentra el estudio de la utilización de los números fraccionarios como bases y exponentes de relaciones algebraicas.

 Formuló asimismo un estudio sobre la probabilidad matemática que puede ser considerada como una de las primeras proposiciones formales de la teoría de probabilidades, y quizá la primera en sentido absoluto. En su tratado Questiones super geometriam Euclidis, escrito en torno a 1350, Oresme estudia las series matemáticas infinitas, al que se dedicaron muchos esfuerzos en el siglo XIV, y de forma destacada los de los 'Calculatores' en la Universidad de Oxford. Oresme hizo la primera demostración de que la serie armónica simple, de término general 1/n, era divergente.


Las contribuciones de Oresme a la física matemática abarcan principalmente tres cuestiones: la representación gráfica de las cualidades (como velocidad o calor), la aplicación de esa representación al estudio del movimiento uniformemente acelerado y las consideraciones sobre el vacío. Formula la doctrina de la representación geométrica aplicada a las cualidades, y explica cómo se puede utilizar para explicar muchos fenómenos físicos e incluso psicológicos. Se trata, como es obvio, de un tema de primer orden con respecto a la formulación efectiva de una ciencia de la naturaleza con el auxilio de las matemáticas.
Gracias a los intercambios con los 'Calculatores' del Colegio Merton de la Universidad de Oxford, Oresme  aplica los planteamientos matemáticos y el uso de coordenadas rectangulares (300 años antes que Descartes) para la representación gráfica de las variaciones en las cualidades y, de modo especial, en el estudio del movimiento de los cuerpos. Aunque se atribuye a Galileo, fundador indiscutible de la mecánica moderna, la formulación de la ley del movimiento acelerado, existe un claro precedente en la ley del movimiento uniformemente variado que aparece en el Tractatus de configurationibus qualitatum et motuum escrito en 1350 por Oresme. Por ello es considerado como el inventor, o precursor al menos, de la geometría analítica.


En Le livre du ciel et du monde, comentando las ideas de Aristóteles, y en el Tractatus de commensurabilitate vel incommensurabilitate motuum celi Oresme subraya que todos los fenómenos que explica la Astronomía pueden explicarse admitiendo que la Tierra esté animada por un movimiento de rotación diaria. Según su teoría, el movimiento natural de un cuerpo se halla gobernado, no por la posición que ocupa en un espacio aristotélico absoluto, sino por su posición relativa, con respecto a otros fragmentos de materia. Esta tesis representa algo así como un requisito previo para las nuevas cosmologías de los siglos XVI y XVII; cosmologías en las que la tierra había perdido sus características de unicidad y centralidad. Teorías similares en varios aspectos son comunes en los textos muy posteriores de Copérnico, Galileo, Descartes y Newton.


Oresme da importantes pasos en la dirección de la nueva física, ya que muestra la posibilidad de que la Tierra no haya de ser considerada como centro inmóvil de un mundo único. Estas ideas representan un progreso en la línea que después sería adoptada por Nicolás de Cusa y Leonardo da Vinci.

De la misma reflexión surge otro factor que rompe con la física de Aristóteles y prepara la de Newton: la posibilidad de un vacío físico. Desarrollando esta idea llega a formular un pensamiento que sin duda constituye una anticipación explícita del concepto de espacio de la física newtoniana. 


Oresme descubre también que la luz viaja a lo largo de una curva a través de un medio de densidad uniformemente variable. La curvatura de la luz debido a la refracción atmosférica no la conoció Kepler en el siglo XVII y hubo que esperar a que Newton la formulara matemáticamente. En reconocimiento tardío a sus aportaciones, la Unión Astronómica Internacional en 1970 ha bautizado con el nombre de Oresme un cráter en la luna.

Gracias a su amistad con el compositor y teorizador de la música Philippe de Vitry, Oresme también profundiza en su conocimiento en forma tal que se le considera creador de la musicología moderna, cubriendo prácticamente la totalidad de los temas como acústica, estética musical, fisiología de la voz y de la audición, psicología de la audición, teoría musical de la medida, ejecución musical y filosofía de la Música.

 Oresme realizó también importantes contribuciones en el ámbito de la economía. Su tratado sobre la primera invención de las monedas fue redactado, entre los años 1355 y 1358, lo que le convierte en uno de los pioneros de la ciencia económica. Es una síntesis coherente que marca un hito en los escritos económicos.


Su estudio incluye profundas consideraciones acerca del cambio de moneda, el origen y utilidad de la moneda, y la teoría del valor, que no se basa sólo en la escasez sino en las cualidades intrínsecas. Se critican la usura y los abusos feudales, afirmando con fuerza los derechos económicos de la comunidad frente al príncipe: se sostiene que el poder del príncipe deriva de Dios pero sólo en cuanto actúa en vistas al bien común, y se aplican estas ideas a la política monetaria.


Además, tiene especial importancia su descripción de las cualidades de la buena moneda, su insistencia en la necesidad de la estabilidad monetaria y los estudios acerca de la relación entre la moneda y los metales preciosos. Es interesante advertir que el tratado de Oresme no es un estudio abstracto, ya que está elaborado teniendo en cuenta los problemas prácticos y, en especial, las graves dificultades económicas por las que atravesaba Francia cuando el tratado fue escrito. De hecho, Oresme tuvo el mérito notable de contribuir de modo decisivo a la superación de esa crisis económica


En resumen, a pesar de que en la Edad Media existía una mentalidad colectiva, basada en la fe cristiana, Nicole d'Oresme  fue capaz de influir notablemente con su prodigiosa capacidad en los planteamientos que condujeron a la ciencia moderna. Oresme fue un precursor de Copérnico, de Descartes y de Galileo. Fue el último gran intelectual europeo que creció antes del surgimiento de la peste negra.


MAG

sábado, 8 de febrero de 2014

Siger de Brabant, el filósofo adversario de Tomás de Aquino


Sygerius de Brabantia, nacido en torno al 1240, fue un filósofo defensor a ultranza del averroismo latino, doctrina condenada por la Iglesia en diciembre de 1270.

Lideró en 1266 el grupo de la 'nación' de los Picardos frente a la 'nación' de los Franceses en la Facultad de Artes de la Universidad de París. Escribió seis tratados:

  • De anima intellectiva (1270)
  • Quaestiones logicales
  • Quaestiones naturales
  • De aeternitate mundi
  • Quaestio utrum haec sit vera: Homo est animal nullo homine existente
  • Impossibilia
que contribuyeron a conformar, junto a Tomás de Aquino, una mayor aproximación de la razón a la fe apoyándose en el conocimiento del aristotelismo radical, que sería también condenado por la Iglesia en 1277 con una recriminación especial a sus defensores, Boecio de Dacia y Siger de Brabant. También a Siger se le acusó de herejía por cuestionar en Impossibilia la existencia de Dios y criticar la infalibilidad del Papa en cuestiones terrenales.
En sus comentarios al pensamiento de Aristóteles, Siger se defendía de sus críticos manifestándose así:

«Notre intention principale n'est pas de chercher ce qu'est la vérité, mais quelle fut l'opinion du Philosophe

La Historia identifica a Siger como el adversario de Alberto Magno y de Tomás de Aquino. Su obra principal (De anima intellectiva) provocó el tratado de Aquino sobre la unidad del intelecto (De unitate intellectus contra averroistas). De hecho, Siger defiende todas la posturas de la filosofía averroísta:
  • El monismo del intelecto humano, un espíritu intelectual común a todos los hombres, separado del cuerpo que se une temporalmente con cada organismo humano para realizar el proceso del pensamiento.
  • El hombre es mortal pero la raza es inmortal, de ahí que la cuestión de la vida futura deje de tener significado porque la inmortalidad no puede ser personal. El mundo es creado por una serie de seres intermediarios, por lo que no hay providencia en el gobierno de los hombres y de las cosas terrenas. Todas estas producciones son necesarias, co-eternas con Dios.
  • Todo está gobernado por un determinismo cósmico y físico. Los fenómenos celestes y la conjunción de los planetas controlan la sucesión de los eventos de nuestro globo y los destinos de la raza humana. El hombre no es un agente libre. Hay una eterna reversibilidad de civilizaciones y religiones, incluida la cristiana, que es gobernada por la reversibilidad de los ciclos estelares.
 
Sin embargo, Siger afirmaba que la verdad se reserva a la fe cristiana, puesto que ésta y la razón son de distinto orden. La razón es es de orden natural y la otra sobrenatural y verdadera. Por la razón llegamos a conocer el orden natural (que es también el orden de las consecuencias lógicas) y es por la revelación como se conoce la verdad.
Sin duda, el continuo debate dialéctico entre Siger y Tomás de Aquino ayudó ciertamente a la evolución del pensamiento cristiano, como lo reconoce Dante situando a Siger junto a Isidoro de Sevilla en el segundo círculo del Paraíso, donde lo elogia su acérrimo rival filosófico Tomás de Aquino en el Canto X, 133-138):


«Questi onde a me ritorna il tuo riguardo,

è 'l lume d'uno spirto che 'n pensieri
gravi a morir li parve venir tardo:
essa è la luce etterna di Sigieri,
che, leggendo nel Vico de li Strami,
silogizzò invidiosi veri»


Siger había sido elegido en 1276 Rector de la Universidad de París pero estuvo sometido durante tres años a la presión de los escolares más ortodoxos que le acusaban de defender la doble verdad, esto es que una cosa podía ser verdad según la razón y falsa según la fe, al no poder conciliar la filosofía aristotélica en su manifestación original con el Cristianismo. Finalmente consiguieron que el papa Martín IV obligara a Siger a renunciar a su cargo, por lo que abandonó París huyendo a Lieja, en su Brabante natal.


Siger de Brabant era uno de los principales intelectuales mencionados por el obispo Étienne Tempier ya en 1270, quien condenaba las 13 tesis subversivas profesadas en la Sorbona en las que se reagrupaban, según la jerarquía eclesiástica, los diseños heréticos de la eternidad del mundo, la negación de la providencia universal de Dios, la unicidad del alma para todos los hombres y el determinismo.


Fue llevado ante el tribunal del Gran Inquisidor de Francia y, condenado, apeló a la corte romana. Murió en Orvieto, donde se hallaba la corte del papa, entre 1283 y 1284, asesinado por su secretario en un arrebato de locura quien le clavó una pluma envenenada.
Y a modo de cierre, cito la recomendación que Siger de Brabant hacía sus alumnos en la Universidad de París, aplicable hoy igualmente a los alumnos del Francesco Petrarca:
Veille, étudie, lis, pour que ce doute qui te reste t'excite à étudier et à lire, puisque vivre éloignés des lettres est, pour l'homme, mort et sépulture vile.


MAG



domingo, 2 de febrero de 2014

Federico II Hohenstauffen, 'stupor mundi'

Federico II de Suabia, nieto de Federico Barbarroja, nació el 26 de diciembre de 1194 en la plaza mayor de Iesi (Ancona, Italia) en una tienda preparada al efecto por su padre Enrique VI, rey titular de los Romanos, a fin de mostrar públicamente la legitimidad del niño dada la avanzada edad de la madre. Federico fue Duque de Suabia, rey de Sicilia, rey de Chipre, rey de Jerusalén, rey de los Romanos y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

La educación de Federico fue un elemento fundamental para formar su personalidad, gracias a la civilización normando-árabe-bizantina presente en Sicilia. A la muerte de su madre, Federico II fue coronado rey de Sicilia a los tres años de edad. Como quiera que los derechos imperiales del niño podían comprometer su propia vida, su madre nombraba en su testamento como tutor del niño al Papado. Así, Inocencio III se encargó de la tutela de Federico bajo el cuidado de un tal Gentile de Manupello, que en absoluto defendió los derechos del niño ante las ambiciones del antiguo consejero del emperador, Markward von Anweiler. Federico, a pesar de contar tan sólo con siete años de edad, envió una carta a Inocencio III poniendo al papa al corriente de los vejatorios tratos a que se veía sometido. En respuesta, el papa nombró un equipo formado por su nuncio en Sicilia, el notario apostólico y el arzobispo de Tarento; completaron su educación los cadíes musulmanes de Palermo, con los que aprendió árabe y los rudimentos de la lógica, del cálculo y del álgebra, recién introducida en Italia por Leonardo Fibonacci.

Poco antes de decretarse su mayoría de edad, y a diferencia de otros monarcas de su época, muchas veces analfabetos, Federico hablaba latín, griego, árabe, alemán, provenzal y el dialecto siciliano. Algunos cronistas subían a nueve las lenguas habladas y a siete las escritas. Tuvo un interés por la lingüística que casi se podría llamar “moderno”. Le obsesionaba saber y determinar si existía una “lengua natural”, es decir, una lengua adámica, una lengua connatural al mismo hombre y que hubiera sido utilizada, en el primigenio estado, para dar cumplimiento al mandato divino de “dar nombre a todas las cosas”. En su interés por dilucidar cuál era la lengua originaria de la humanidad, ordenó aislar a un bebé de todo contacto verbal, esperándose que el niño, al crecer sin haber oído nunca a nadie hablar en ningún idioma, aprendiera espontáneamente a hablar en la lengua original de la Humanidad, que Federico sostenía que era el hebreo. El experimento fracasó porque las ayas del niño lo enseñaron a hablar a escondidas.

Al objeto de proteger de sus enemigos al inexperto Rey, el papa le indujo a que se casara en 1209 con Constanza de Aragón y de Castilla, hija de Alfonso II el Casto, rey de Aragón y de Sancha de Castilla, hermana de Pedro II. Constanza había enviudado del rey Emerico de Hungría.

La política de Inocencio III perseguía crear en Europa un gobierno teocrático central por él presidido. A dicho fin pretendía hacer de Federico un vasallo fiel a su causa, a pesar de que pertenecía a la familia Hohenstaufen, una «estirpe de víboras», apoyada por muchas facciones gibelinas  contrarias a los intereses papales.

Tras arduas negociaciones con Inocencio III y su sucesor Honorio III –que sucedió a aquél en 1216 y que había sido profesor del propio Federico–, no fue hasta 1220 cuando Federico fue coronado Sacro Emperador Romano en Roma por el papa el 22 de noviembre. Al mismo tiempo, su hijo mayor, Enrique, fue coronado como Rey de los Romanos. Las condiciones prometidas a cambio de la coronación fueron duras, e incluían condonar la deuda pontificia, renunciar a la condición de legado apostólico en el Reino de Sicilia, socorrer al Imperio Latino de Constantinopla y embarcarse en una cruzada hacia Tierra Santa, para recuperar los Santos Lugares.

Federico, una vez coronado, no se mostró muy dispuesto a cumplir estas promesas, pues su idea de fortalecimiento del Sacro Imperio se basaba en el restablecimiento de la unidad mediterránea mediante la tolerancia religiosa y la independencia del poder imperial frente al religioso.  Así quedó planteada la lucha por el llamado dominium mundi, conflicto secular entre el Pontificado apoyado por los güelfos y el Sacro Imperio Romano Germánico, apoyado por los gibelinos.

Federico II vivió rodeado de artistas, literatos, astrólogos y filósofos. Él era buen músico y trovador. Hizo traducir las obras de Aristóteles y protegió las escuelas de Mesina y Palermo. Con las 'Constituciones de Melfi' (1231), dotó a Sicilia de un moderno sistema jurídico y administrativo de carácter absolutista, quebrando el feudalismo imperante. Su curiosidad intelectual lo llevó a profundizar en filosofía, en astronomía (siguiendo los consejos del astrólogo Guido Bonatti), en matemática (mantuvo correspondencia con su amigo el matemático Leonardo Fibonacci, quien le dedicó su Liber quadratorum), en álgebra, en medicina y en ciencias naturales (construyó en Palermo un zoo famoso en la época por los animales exóticos que albergaba). Escribió un tratado sobre cetrería De arte venandi cum avibus, uno de los primeros manuscritos con imágenes de temas profanos. En su corte son recibidos humanistas como el escocés Michael Scot, Teodoro de Antioquía, y el gran enciclopedista judío Juda ben Salomon Cohen.

Como patrón de las letras fundó en 1224 la primera Universitas studiorum  laica en Nápoles de la cual salió la mayoría de los funcionarios en grado de servirlo, sin que sus partidarios tuvieran que ir hasta Bolonia para estudiar. Favoreció también la antigua y gloriosa escuela médica de Salerno. También impulsó la poesía de la Scuola Siciliana adelantando un siglo al menos el uso del idioma toscano como lengua literaria de Italia, saludada con entusiasmo por Dante Alighieri, e influyendo decisivamente en la conformación de la lengua italiana moderna.

Hizo construir en Apulia, un pabellón de caza, Castel del Monte, basado en el ocho como número generador y su posición, estudiada para crear determinadas simetrías de luz en el solsticio y equinoccio, creando una simbología que apasiona desde hace siglos a los estudiosos. El castillo se alza sobre una planta de ocho lados, son ocho también las salas de la plata baja y de la primera planta, trapezoidal, dispuestas formando un octágono y son, también, ocho las torres, obviamente de planta octogonal, situadas en cada uno de los ocho ángulos.

La intensa actividad política y militar, la innovación legislativa  así como su interés por las ciencias y la literatura convirtieron a Federico en un personaje mítico objeto de leyendas tanto de sus partidarios como de los detractores. Los gibelinos veían en él al Reparator Orbis, quien castigaría a los clérigos indignos y restauraría la pureza de la Iglesia. Por la otra parte, Federico es excomulgado por el papa Gregorio IX quien lo denominó precursor del Anticristo, por su amistad con los árabes pues no sólo hablaba con fluidez su lengua sino que su guardia personal estaba constituida por guerreros árabes. Aún más, el papa predicó un infructuosa cruzada contra Federico, que fue rechazada unánimemente por el resto de monarcas europeos, al considerar que, aunque excomulgado por haber ignorado el compromiso de reconquistar los Santos Lugares, Federico seguía siendo cristiano. En su campaña de desprestigio de Federico II, Gregorio IX le atribuyó sin fundamento la autoría de De tribus impostoribus libelo en el que se calificaba a Moisés, Jesús y Mahoma como trío de impostores. La ruptura con el papado era evidente. El primer concilio ecuménico de Lyon depone al emperador por perjuro, hereje y perturbador de la paz. Según los güelfos, su respuesta habría sido crear un nueva religión, de la que Federico II se proclamó Mesías, reservando a su ministro Pietro della Vigna el papel de San Pedro.

En 1225 Federico contrajo nuevo matrimonio, esta vez con Yolanda de Jerusalén, heredera al trono del Reino de Jerusalén. A fin de hacer valer los derechos de su esposa, consiguió deponer al entonces rey titular Jean de Brienne y ser reconocido como Rey de Jerusalén. Dos años más tarde Gregorio IX lo excomulga y condiciona el levantamiento de la excomunión a que haga penitencia marchando a Tierra Santa. Inicia los preparativos, pero en el último momento cancela su expedición aduciendo haber caído enfermo, algo que no convenció al papa. Finalmente en la primavera de 1228 inicia los preparativos para partir hacia Palestina aprovechando un momento de debilitamiento del poder musulmán en Oriente Próximo, pero consciente de que en su ausencia el papa reuniría a sus rivales en Alemania y Sicilia para desposeerlo de la Lombardía y de su Reino Meridional. Antes de partir Federico II convoca una asamblea pública en Barletta en la que nombra a Reinaldo de Urslingen, Duque de Suabia, su sustituto en Italia durante su ausencia, y en caso de su fallecimiento a su hijo Enrico rey de los Romanos. Tras estas decisiones, parte de Brindisi el 28 de junio en la sexta cruzada sin la bendición papal. Este acto fue visto por el papado como una provocación, pues se realizaba sin su consentimiento y por parte de un excomulgado; por todo ello, lo volvió a excomulgar. 

En Tierra Santa consigue que el sultán ayubí de Egipto al-Malik al-Kamil, nieto de Saladino, y con quien Federico mantenía muy buenas relaciones, firme una tregua de diez años a cambio de la posesión de los Santos Lugares Cristianos, entre ellos Jerusalén, Nazaret y Belén. Así pues Federico II reconquista Jerusalén sin que se haya derramado una gota de sangre y el 18 de marzo de 1229 se corona rey de Jerusalén en la basílica del Santo Sepulcro.

De regreso a Italia, en Brindisi Federico logró derrotar a las fuerzas pontificias y lombardas, expulsándolas de los territorios imperiales. Firmó en 1230 el Tratado de San Germano, por el que el Emperador aseguraba a la Iglesia sus posesiones territoriales a cambio de que el papa revocara su excomunión. Tras esta contienda, Federico, con el apoyo de las ciudades gibelinas de la Toscana (Pisa y Siena) y la Lombardía (Verona y Piacenza) consiguió un cierto dominio de Italia.

Federico II fue objeto de sorprendentes esperanzas escatológicas. De hecho, todo lo que los franceses habían esperado de los capetos y de Carlomagno, los alemanes lo esperaban de él. Al morir Federico Barbarroja en 1190, comenzaron a aparecer profecías en Alemania que hablaban de un futuro Federico, emperador de los últimos días, que liberaría el Santo Sepulcro y prepararía el camino para la segunda venida de Jesucristo. Su brillante personalidad y la reconquista de Jerusalén efectuada por él en 1229 favorecieron el nacimiento de un mito mesiánico.
Para sorpresa de todos aquellos que creían que Federico cumpliría su misión escatológica, el 13 de diciembre de 1250, diez años antes del pronosticado fin del mundo, Federico II muere de disentería, vistiendo el hábito de monje cisterciense, en Castel Fiorentino en Apulia.

Pronto comenzó a rumorearse que seguía vivo. Más aún, habría resucitado, pues había sido visto entrar en los cráteres del Etna, mientras un ejército de caballeros descendía hacia el embravecido mar siciliano. Tal leyenda dio pábulo para que muchos años después apareciera un pretendido Federico II resucitado, causando gran revuelo en Italia y Alemania, siendo a la postre ejecutado cuando la farsa fue descubierta.
Es Federico II una de las figuras más interesantes de la historia universal por sus cualidades extraordinarias y su carácter excéntrico, distinto a los hombres de su época y adelantado a ellos en casi todos los campos. Federico estaba dotado de una personalidad poliédrica y fascinante que en su época polarizó la atención no sólo del pueblo sino también de los historiadores. Su reinado se caracterizó por una intensa actividad legislativa así como por una innovación artística integradora, donde tenían cabida las culturas griega, latina, árabe y judía. Esta política fue, como cabía esperar, muy criticada por una Iglesia centralizadora.

MAG