sábado, 8 de febrero de 2014

Siger de Brabant, el filósofo adversario de Tomás de Aquino


Sygerius de Brabantia, nacido en torno al 1240, fue un filósofo defensor a ultranza del averroismo latino, doctrina condenada por la Iglesia en diciembre de 1270.

Lideró en 1266 el grupo de la 'nación' de los Picardos frente a la 'nación' de los Franceses en la Facultad de Artes de la Universidad de París. Escribió seis tratados:

  • De anima intellectiva (1270)
  • Quaestiones logicales
  • Quaestiones naturales
  • De aeternitate mundi
  • Quaestio utrum haec sit vera: Homo est animal nullo homine existente
  • Impossibilia
que contribuyeron a conformar, junto a Tomás de Aquino, una mayor aproximación de la razón a la fe apoyándose en el conocimiento del aristotelismo radical, que sería también condenado por la Iglesia en 1277 con una recriminación especial a sus defensores, Boecio de Dacia y Siger de Brabant. También a Siger se le acusó de herejía por cuestionar en Impossibilia la existencia de Dios y criticar la infalibilidad del Papa en cuestiones terrenales.
En sus comentarios al pensamiento de Aristóteles, Siger se defendía de sus críticos manifestándose así:

«Notre intention principale n'est pas de chercher ce qu'est la vérité, mais quelle fut l'opinion du Philosophe

La Historia identifica a Siger como el adversario de Alberto Magno y de Tomás de Aquino. Su obra principal (De anima intellectiva) provocó el tratado de Aquino sobre la unidad del intelecto (De unitate intellectus contra averroistas). De hecho, Siger defiende todas la posturas de la filosofía averroísta:
  • El monismo del intelecto humano, un espíritu intelectual común a todos los hombres, separado del cuerpo que se une temporalmente con cada organismo humano para realizar el proceso del pensamiento.
  • El hombre es mortal pero la raza es inmortal, de ahí que la cuestión de la vida futura deje de tener significado porque la inmortalidad no puede ser personal. El mundo es creado por una serie de seres intermediarios, por lo que no hay providencia en el gobierno de los hombres y de las cosas terrenas. Todas estas producciones son necesarias, co-eternas con Dios.
  • Todo está gobernado por un determinismo cósmico y físico. Los fenómenos celestes y la conjunción de los planetas controlan la sucesión de los eventos de nuestro globo y los destinos de la raza humana. El hombre no es un agente libre. Hay una eterna reversibilidad de civilizaciones y religiones, incluida la cristiana, que es gobernada por la reversibilidad de los ciclos estelares.
 
Sin embargo, Siger afirmaba que la verdad se reserva a la fe cristiana, puesto que ésta y la razón son de distinto orden. La razón es es de orden natural y la otra sobrenatural y verdadera. Por la razón llegamos a conocer el orden natural (que es también el orden de las consecuencias lógicas) y es por la revelación como se conoce la verdad.
Sin duda, el continuo debate dialéctico entre Siger y Tomás de Aquino ayudó ciertamente a la evolución del pensamiento cristiano, como lo reconoce Dante situando a Siger junto a Isidoro de Sevilla en el segundo círculo del Paraíso, donde lo elogia su acérrimo rival filosófico Tomás de Aquino en el Canto X, 133-138):


«Questi onde a me ritorna il tuo riguardo,

è 'l lume d'uno spirto che 'n pensieri
gravi a morir li parve venir tardo:
essa è la luce etterna di Sigieri,
che, leggendo nel Vico de li Strami,
silogizzò invidiosi veri»


Siger había sido elegido en 1276 Rector de la Universidad de París pero estuvo sometido durante tres años a la presión de los escolares más ortodoxos que le acusaban de defender la doble verdad, esto es que una cosa podía ser verdad según la razón y falsa según la fe, al no poder conciliar la filosofía aristotélica en su manifestación original con el Cristianismo. Finalmente consiguieron que el papa Martín IV obligara a Siger a renunciar a su cargo, por lo que abandonó París huyendo a Lieja, en su Brabante natal.


Siger de Brabant era uno de los principales intelectuales mencionados por el obispo Étienne Tempier ya en 1270, quien condenaba las 13 tesis subversivas profesadas en la Sorbona en las que se reagrupaban, según la jerarquía eclesiástica, los diseños heréticos de la eternidad del mundo, la negación de la providencia universal de Dios, la unicidad del alma para todos los hombres y el determinismo.


Fue llevado ante el tribunal del Gran Inquisidor de Francia y, condenado, apeló a la corte romana. Murió en Orvieto, donde se hallaba la corte del papa, entre 1283 y 1284, asesinado por su secretario en un arrebato de locura quien le clavó una pluma envenenada.
Y a modo de cierre, cito la recomendación que Siger de Brabant hacía sus alumnos en la Universidad de París, aplicable hoy igualmente a los alumnos del Francesco Petrarca:
Veille, étudie, lis, pour que ce doute qui te reste t'excite à étudier et à lire, puisque vivre éloignés des lettres est, pour l'homme, mort et sépulture vile.


MAG



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